Crítica de El contador de cartas, filme dirigido por Paul Schrader; protagonizado por Oscar Isaac, quien interpreta a un exmilitar que torturaba presos y que busca la redención al ayudar a un joven que quiere asesinar a un soldado.
Por Arturo Brum Zarco*
Dicen los expertos que el póker no es un juego de azar, ya que debes estudiar las expresiones de tu rival, para así vaticinar un mejor resultado y elaborar una estrategia para ganar; con esta actividad como una metáfora de la vida, se presenta la cinta El contador de cartas, un drama del provocador Paul Schrader, sobre venganza y redención.
La película nos presenta un diseño de producción escueto y hermético para configurar la historia de un hombre que parece vivir en un infierno a causa de las atrocidades que cometió en su pasado.
En ese sentido, vemos al clásico personaje que Schrader sabe edificar de manera brillante, ya sea como guionista (Taxi Driver, Toro Salvaje) o como director (Gigoló americano, First Reformed), es decir, un tipo que vive con el peso de sus malas decisiones, las cuales busca redimir o utiliza la venganza como medio para salir de sus sentimientos de culpa.
Nadie como Schrader aborda estos temas, ya que él comprende a la culpa como un ente que persigue, acosa, daña y que envía a la persona a momentos de locura, introversión y desasosiego. Así, sus personajes son seres solitarios que se confrontan con ellos mismo hasta llegar a puntos donde la violencia parece ser la única salida.
Esa es la esencia de El contador de cartas, donde el actor Oscar Isaac realiza un papel contenido, que juega entre la ambivalencia de su tormento personal y la oportunidad de resarcir sus vergonzosas y dañinas acciones.
El filme sigue los pasos de William Tell (Oscar Isaac), un exmilitar que en su época de servicio torturaba de manera sádica a los presos de guerra; dichas acciones lo llevan a pasar unos años en una cárcel militar, lugar en el que aprende póker. Ya en libertad es un profesional del juego de cartas, pero se mantiene con un perfil bajo. Esto cambia cuando conoce a Cirk (Tye Sheridan), un extrovertido joven que busca a Tell para que lo ayude asesinar a un coronel que provocó la demencia de su padre (otro exmilitar que se dedicaba a torturar). Tell intentará ayudarlo pero consiguiéndole dinero para que regrese a la universidad y sus deseos de venganza desaparezcan.
En este intento de su búsqueda por la redención, el filme utiliza provocadores detalles para acentuar las pesadillas del personaje principal, ya sea con su obsesión por tapar con sabanas blancas las cosas de los cuartos donde se hospeda o su poca tolerancia a mantener una conversación con algún conocido o extraño. De esta forma, el director nos presenta la confrontación de un hombre que se tiene que salir de sus comportamientos antisociales, con la esperanza de una vida más tranquila y armoniosa; no obstante, la redención es un acto, nos dice Schrader en casi toda su filmografía, que pocos lo alcanzan y si lo logran las consecuencias suelen ser sangrientas.
Asimismo, destaca la bravas recreaciones de pequeñas ensoñaciones con una cámara y música que desconcierta al espectador para ejemplificar de manera brutal las terribles e inhumanas torturas que realizaba William.
El contador de cartas, que se estrenó este 24 de febrero, es una historia que muestra cómo la culpa, la venganza y la redención es un como un juego de póker en el que puedes apostar para ganar todo o perder y seguir debiendo.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias.
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