Olavi es un hombre viudo de 70 años que se dedica a vender obras de arte en su pequeña y humilde galería, cuando encuentra un cuadro anónimo en una casa de subastas está convencido que la obra vale mucho dinero; será con la ayuda de su nieto (con quien no tiene una buena relación) que descubrirá el valor del cuadro y de su vida.
Por Arturo Brum Zarco* Olavi encuentra en la esquina de un mueble de una casa de subastas un retrato de un hombre, la obra no tiene firma, no saben quién la pintó; pero Olavi está casi seguro que ese cuadro que parece abandonado vale mucho dinero, y se obsesiona de una manera un tanto enfermiza con él. Tiene que conseguirlo cueste lo que le cueste. Dicho retrato se subastará en unos días, antes Olavi tiene que investigar su procedencia y el nombre del artista que lo pintó para darle validez a la obra. Olavi, un hombre viudo de unos 70 años, se dedica a la venta y compra de pinturas de arte, la mayoría de sus obras las consigue en subastas para después venderlas en su modesta galería. Desde hace tiempo no consigue realizar una venta importante por lo que se encuentra en una situación económica precaria. Mientras Olavi comienza a investigar de quién es el cuadro su hija lo contacta, no sabemos por qué pero llevan distanciados mucho tiempo; ella le pide que le ayude con su hijo, que por unos días le dé trabajo en su galería. Después de negarse varias veces acepta recibir a su nieto. Entre los dos, abuelo y nieto, nacerá una complicidad y una bella amistad, a pesar de la diferencia de edad, y de los distintos gustos e ideología, y todo gracias a que comienzan a investigar a fondo la historia del misterioso retrato. El día de la subasta Olavi ofrece por la obra anónima más dinero del que tiene. Para Olavi ese cuadro significa su última oportunidad de vender una obra de arte de calidad, representa estar de nuevo en el juego de la comercialización del arte, del cual muchos ya no lo incluían; el propio Olavi menciona que la venta de ese cuadro es su última jugada. Ese es el argumento de la conmovedora y realista cinta finlandesa El artista anónimo, dirigida por el prolífico director Klaus Haro, y protagonizada por Heikki Nousiainen, que realiza el papel del anciano Olavi, una actuación pulcra, sin sentimentalismos banales, por momentos nos lleva a su hermetismo, en otros está preocupado y con la llegada y la relación que tiene con su nieto lo vemos sonreír. Gran trabajo de dicho actor que nos mantiene en suspenso en casi toda la película. Primero en la investigación del cuadro, después en su esfuerzo por conseguir el dinero para pagarlo y al último su dedicación para venderlo. En ese sentido, la cinta tiene un ritmo agradable, que nos va llevando poco a poco a entender a Olavi y su necesidad de realizar su última jugada. El artista anónimo tiene muchas cualidades y una de ellas es el guion, un producto sutil, directo y parsimonioso. Además nos muestra otra cara del arte, ya que por lo regular las películas que abordan dicha industria lo hacen desde una perspectiva donde el dinero es un elemento más, aquí no, Olavi es un vendedor con una pequeña galería, es humilde, vive sin lujos pero sabe de arte, algo que aunque la cinta no lo mencione provocó que se alejara de su familia ya que pasaba todo el tiempo trabajando. Así, la cinta aborda el tema de las segundas oportunidades (o las últimas), de los encuentros inesperados, del legado que dejarás, de la ambición por realizar lo que amas, de finalizar tu vida en paz. El artista anónimo es una cinta emotiva sobre un hombre que se obsesiona con un cuadro y descubre que su legado es mucho más profundo que venderlo en su pequeña galería.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias.
Deja un comentario
Sé el primero en comentar en ««El artista anónimo», la última jugada de un vendedor de arte»