I’m thinking of ending things, la nueva película del guionista y director Charlie Kaufman, narra cómo Jack lleva a su novia a conocer a sus padres, sin embargo, ella piensa en dejarlo. Una cinta con la complejidad que Kaufman nos tiene acostumbrados.
Por Isaac Piña Galindo*
La tercera película de Charlie Kaufman como director y escritor, I’m thinking of ending things, le presenta, al también dramaturgo, una nueva oportunidad para explorar los recovecos de la mente y los mecanismos de la memoria y la emoción, al mismo tiempo que analiza su propio miedo existencial y su particular relación con la sociedad.
Cabe recordar que, desde Being John Malkovich (Jonze,1999), los guiones de Kaufman se han caracterizado por la intrincada construcción narrativa, la tendencia a revelar lo absurdo en las relaciones humanas y su mordaz sentido del humor.
Con su habitual pericia al desplegar los elementos anteriores, Kaufman elabora un juego colmado de múltiples referencias (abordadas por medio de la fotografía y el sonido), y distintas polisemias (como en la secuencia de «genus” y “genius»). Una propuesta asfixiante que nos ubica dentro del laberinto edificado por las angustias, las dudas y otras digresiones de Lucy y Jake, sus dos personajes principales.
Como resultado tenemos una radiografía en clave de metaficción que encierra varios niveles narrativos, los cuales conforman una perspectiva doble (¿o triple?), dentro de un marco temporal de carácter abstracto, cuyo símbolo lo encarna, en gran medida, el trayecto eterno en la carretera.
Desde un inicio, el escritor y director nos invita a su espectáculo de espejos con el primer gran engaño: la protagonista, Lucy, no es la protagonista. Como consecuencia del ardid anterior, descubrimos que la historia principal sobre el viaje de Lucy a la cena con los padres de su novio Jake, tampoco es la historia principal.
Se adivina (mas no se puede aseverar, si no se terminaría el juego), que Kaufman entreteje el nebuloso retrato de un don nadie cuya vena romántica y soñadora (la fantasía) le sirve para convivir con el otro (la vida real).
Un solitario, quizás con un pasado traumático, que relata para su propio placer un mosaico de historias basadas en su vida y sus deseos, con el fin de escapar de sí mismo, de su existencia.
Kaufman proyecta su propia ansiedad conforme se dilata el tiempo en la carretera y en la granja de Jake. Los tics y las inseguridades de la pluma del autor se amontonan en los pensamientos de Lucy, y estos a su vez son acosados por la insegura conversación de Jake, un intento tímido y torpe que pronto muta a soliloquios tanto de Jake como de Lucy.
En estos monólogos caben guiños a ensayistas, poetas y novelistas, al igual que la constante alusión a la ciencia (de la biología a la física cuántica); el testamento de una mente curiosa capaz de apreciar todo lo anterior, pero limitada a poseer sólo un vago conocimiento superficial. Una paradoja devastadora.
En suma: los diálogos compuestos así, por fragmentos de pensamientos, conceptos e inclusive citas enteras, gravitan en las conversaciones hasta el punto de transformarlas en discursos insulsos.
Todo ello se convierte en una temible arma de doble filo en las manos de Kaufman, cuyo entramado de verbalización espasmódica rinde falso homenaje al gran aparato de paradigmas hollywoodenses (al que criticó primero en Adaptation), y al oficio de construir mundos imaginarios (labor del guionista y de cualquier narrador, como en su genial Synecdoche, New York).
I’m thinking of ending things resulta en un escarnio brutal y sanguinario donde la primera cabeza que rueda es la del mismo Kaufman; una tesis que a la postre despedaza la realidad impostada de Hollywood y, por descontado, de Estados Unidos.
*Cineasta, analista y colaborador de CinEspacio24 Noticias
Sé el primero en comentar en «Divagaciones de un pesimista: «I’m thinking of ending things»»