Beanpole: una gran mujer es una película rusa que nos narra cómo dos mujeres buscan darle un sentido a su vida después de las horribles cosas que vivieron en la Segunda Guerra Mundial. Una cinta con una visión diferente de las secuelas de dicho conflicto bélico.
Por Arturo Brum Zarco*
La historia de las guerras la escriben los vencedores. El estrés postraumático lo sufren los soldados que combatieron. Pero, ¿qué pasa con las mujeres ante un conflicto bélico?, ¿cómo son sus heridas físicas y psicológicas después y durante esos episodios conflictivos? La cinta rusa Beanpole: una gran mujer (Dylda) responde de forma emotiva y cruda esas preguntas.
Dirigida por Kantemir Balagov, el filme retrata la amistad de dos mujeres que intentan sobrevivir y darle un sentido a su vida después de la Segunda Guerra Mundial. Ambientada en Leningrado en 1945, las protagonistas buscan reconstruir sus pasiones y sueños en un mundo devastado, y lo tendrán que hacer con las secuelas y los daños que sufrieron durante la guerra.
De esa forma, el director nos muestra una visión diferente a las sociedades de la postguerra (con una historia íntima retrata un universo más amplio). A través de estas dos miradas femeninas nos presenta aquellas voces que no aparecen en las crónicas de guerra, y sin embargo, son las mujeres que sufrieron estrés postraumático, las que además de vivir los horribles actos de la guerra también tuvieron que luchar contra una comunidad misógina.
A partir de este refrescante punto de vista, Kantemir crea dos protagonistas bien estructuradas (se nota el profundo y riguroso trabaja del director y el guionista Aleksandr Terekhov en la construcción de estos personajes), a las que entendemos a través de sus acciones, es decir, es un filme contemplativo que dice mucho con pocos diálogos.
La cinta construye un lenguaje audiovisual hermético y sobrio para llevarnos al sentir de estas dos mujeres que aún se encuentran atrapadas en los recuerdos de las espantosas cosas que vivieron. Esto se refuerza con un cuidadoso trabajo de fotografía, realizado de manera brillante por Ksaniya Serede, donde prevalece un sentimiento de desasosiego.
El filme nos narra la historia de Iya (interpretada por Viktoria Miroshnichenko), una joven mujer, extremadamente delgada y alta, que trabaja como enfermera en un hospital de heridos de guerra. Además, cuida al hijo de su amiga Masha (papel que hace Vasilisa Perelygina), a quien conoció cuando ambas eran enfermeras durante el conflicto bélico. Iya es cariñosa con las personas enfermas, no obstante, es retraída, antisocial y no le gusta el contacto con otras personas. Además, sufre de episodios de parálisis crónica, donde no se puede mover ni hablar, esto ocasiona que por accidente muera el hijo de Masha.
Por su parte Masha es todo lo contrario, es sociable, más atractiva y le gusta tener más contacto con la gente; cuando ella se entera lo que le pasó a su hijo, le exige a Iya que se embarace para resarcir la pérdida que han sufrido. Así, comienza una historia de amistad, odio y enamoramiento. Al respecto, el filme aborda sutilmente temas como el aborto y la bisexualidad.
Beanpole: una gran mujer, que ganó en 2019 el premio a mejor director de Un Certain Regard en el Festival de Cannes, es una obra cuidadosa que no es condescendiente con sus protagonistas, aborda la visión de estas dos mujeres de manera emotiva, cruda y honesta. Vemos como cada una se deconstruye para encontrarle un nuevo sentido a su vida. Al final, es una historia de sobrevivencia.
La cinta la puedes ver en la cineteca.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias.
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