Annabelle comes home es el cierre de la trilogía derivada de la saga de The conjuring, específicamente de la primera película. Las dos primeras partes de Annabelle relatan las fechorías de la muñeca maldita, la primera entrega ambientada 1967 y la segunda en 1955, una precuela donde descubrimos el trágico origen de Annabelle como demonio.
Por Isaac Piña Galindo* Esta tercera parte sugería un muy esperado encuentro entre la familia Warren, héroes de The conjuring, y la diabólica Annabelle; sin embargo, la trama toma una dirección un tanto distinta, no sólo en cuanto a la historia que cuenta sino también en el tono con que es narrada. La diferencia inicial de Annabelle comes home es elegir como protagonista a Judy, la hija del matrimonio Warren, en quien el director y escritor Dauberman se enfoca para revelar, poco a poco, que la niña heredó el talento de sus padres así como el consecuente rechazo y morbo de la sociedad. Además de sufrir el bullying de sus compañeros de escuela, en Judy se desarrolla un ostracismo natural causado en gran medida por tener unos padres demonólogos, pero también pesa en la niña el poseer poderes psíquicos similares a los de su madre, poderes que le permiten “sentir” presencias fantasmales o ver, literalmente, gente muerta. Es así que la muñeca Annabelle queda relegada a un papel secundario: más como el símbolo ominoso del mal absoluto que los Warren encierran bajo llave en el sótano de su casa. No es papel pequeño, pero tampoco significa que tenga el protagónico como tal. Lo que propone el director debutante, Dauberman, es una especie de homenaje a entrañables programas de terror juvenil como Goosebumps (1995-1998) o Tales from the crypt (1989-1996), porque aunque la historia es lineal (no antológica) y recae sobre los hombros de la niña Warren, la película se desarrolla en retazos de secuencias que funcionan como «mini episodios», lo cual convierte la película en una variante de “capítulo especial“ de hora y media. Lo más destacado del filme es dicho atrevimiento, un intento bien ejecutado por darle una vuelta a las historias de fantasmas y demonios, así como a sus respectivos clichés. Numerosas secuencias entremezclan con habilidad el suspenso y el terror para dar un “extra”, más allá del jumpscare un tanto tramposo o depender nada más de la tensión creada por la partitura de Joseph Bishara; el desfile de varios personajes y situaciones permite ese tipo de relato cuasi episódico y le da fuerza a la película, además del gran trabajo de Mckenna Grace como la hija Warren, una interpretación que logra equilibrar, con gran sensibilidad y delicadeza, el rol de niña aún inocente con el de una semiprofesional cazadora de demonios. Sin embargo, la realidad es que la apuesta de Dauberman no es sencilla, pues el tipo de historia y sus protagonistas (una niña y tres adolescentes) probablemente divida el gusto de la audiencia, acostumbrada a guiones y antagonistas más violentos desde una perspectiva adulta, como en la pasada The Nun (2018), película mucho más apegada a una fórmula narrativa que, sin embargo, cabe destacar que ya acusaba agotamiento. Al fin y al cabo, Annabelle comes home es probable que sea vista como una rareza, una película que entra a ese limbo del «tómalo o déjalo» similar a lo sucedido con la tercera parte de Halloween, The Season of the Witch de 1982, un filme que fue más lejos y exploró personajes totalmente distintos al legendario Michael Myers, aparte de explorar otro género, la ciencia ficción. Annabelle comes home no interrumpe el ambiente y el estilo del “Universo del Conjuro”; tan no es así que la puesta en cámara y la paleta de colores remiten a Annabelle y a El Conjuro 2. No obstante, Dauberman se esfuerza por darle a Annabelle comes home su toque personal, lo que a la postre funciona para el universo puesto que el abanico de personajes se abre más al insinuar la posible aparición de monstruos o seres mitológicos, amén de los conocidos demonios y fantasmas que ya tanto “disfrutamos”.
Annabelle comes home no se despega de lo hecho por The conjuring o por su propia saga, pero el realizador intenta «jugar» con sus piezas de otra forma, con un tono un poco más ligero y hasta me atrevo a decir que más accesible.
*Cineasta y Colaborador en CinEspacio24 Noticias
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