Crítica de La habitación de al lado, la nueva película del reconocido director español Pedro Almodóvar. Este es su primer largometraje en inglés, y está protagonizado por Julianne Moore y Tilda Swinton. Un filme que nos invita a reflexionar sobre la eutanasia.
Juan Enrique Bonilla*
@bconceptenrique
Los periodos de posguerra se caracterizan por un sentimiento de descontento y revaluación de nuestra existencia y la de nuestra sociedad. No por nada la corriente filosófica del existencialismo, doctrina que cuestiona la esencia y replantea el sentido de nuestra vida, se formalizó después de la primera y segunda guerra mundial.
Sin embargo, conforme empieza la globalización y la era de la información, este sentimiento de vacío y desesperación es cada vez más presente independientemente de nuestras circunstancias locales: no necesitamos vivir una guerra para cuestionar la vida, con navegar el internet por un rato y ver los conflictos que están pasando alrededor del mundo es más que suficiente.
Bajo este pesimismo, o más bien replanteamiento, de nuestra vida, muchos activistas, pensadores y artistas han retomado un tema controversial: el derecho a terminar nuestra vida, particularmente si nuestras condiciones son desfavorables. Uno de estos artistas es el distinguido director español, Pedro Almodóvar, conocido por películas que abordan temáticas y personajes polémicos, el cual acoge esta opción como premisa de su más reciente película La habitación de al lado, que ya se encuentra en cines mexicanos, su primer largometraje de habla inglesa.
La trama de la película se centra en Ingrid (interpretada por Julianne Moore), la cual después de un largo periodo de desconexión, se reencuentra con su amiga Martha (papel que realiza Tilda Swinton), quien sufre de cáncer terminal. Martha le pide a Ingrid que la acompañe en sus últimos días de vida antes de que decida “suicidarse” en busca de una muerte pacífica y evitar más sufrimiento por la enfermedad, lo cual conflictúa a Ingrid y su miedo a la muerte.
Como buena película almodovariana, lo que más destaca es la sensibilidad con la que se manejan personajes rotos y complejos. El director crea individuos que llevan una vida distinta a lo acostumbrado y que si nos topáramos con ellos, probablemente juzgaríamos con mano dura, pero lo hace a través de un caleidoscopio cinematográfico que resalta las diversas gamas y colores de sus vidas, y nos invita a tratarlos como humanos, en lugar de reducirlos a monstruos, lo cual encaja en la narrativa que enfrenta al espectador a temas incómodos.
Además, la magnífica interpretación que Tilda Swinton y Julianne Moore dan a sus personajes hacen que una película altamente conversativa, con un par de diálogos aleccionadores y a los que fácilmente te puedes adelantar, sobrepase la experiencia literaria y compense los pequeños tropiezos.
Particularmente, me gustaría destacar la influencia y paralelismos que tiene La habitación de al lado a las pinturas de Edward Hooper, pintor esencial del realismo americano, movimiento que es influenciado por el existencialismo para cuestionar la vida moderna y el sueño americano, lo que es bastante atinado al ser la primera película estadounidense del director.
No por casualidad, las pinturas de Edward Hopper son referenciadas por Almodóvar en la cinta: la tensión sexual, el ojo cínico, el protagonismo femenino, la sensación de vacio, el tema de voyerismo y aislamiento, las relaciones ambiguas, e incluso las conversaciones incompletas e historias que esperan ser contadas son elementos constantes en esta película y en las obras del pintor. En fin, uno podría escribir un ensayo completo nada más para discutir este tema, por lo cual recomiendo al espectador investigar un poco de Edward Hopper antes de ver la película para enriquecer su apreciación por ella.
No obstante, la película cuenta con elementos cinematográficos poco transgresores a falta de elementos visuales y narrativos exagerados y violentos, lo que podría decepcionar a fans de las primeras películas de Pedro Almodóvar, la desobediencia se alcanza con la maestría con que retoma el tema de la eutanasia. Es un filme desesperanzador pero al mismo tiempo compasivo y tierno.
Lo que aprendemos de Almodóvar, y sobre aquellos que defendemos el derecho a la eutanasia, no es la importancia del sentimiento de querer morir, sino la necesidad y el valor de querer vivir dignamente. No es que la vida pierda sentido al no tener un propósito predefinido, sino que el sentido de la vida renace con la dirección que elegimos darle, y si ya no hay posibilidad de darle esa u otra dirección deberíamos tener la potestad de ya no querer prolongarla.
*Crítico de Cine. Colaborador de CinEspacio24.
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