Crítica de La primera profecía, ópera prima de Arkasha Stevenson. El filme es una precuela del clásico de terror de los 70, La profecía. Así, la cinta nos narra quién es la madre del anticristo. Un filme que homenajea a las películas clásicas de los años 70, pero lo hace con una premisa propia y sólida.
Por Arturo Brum Zarco*
Uno de los objetivos de William Peter Blatty cuando publicó el libro de El exorcista en 1971 y escribió el guion de la película basada en dicha novela, que dirigió Willam Friedkin en 1973, era demostrar que el Diablo existía y por lo tanto Dios era la única salvación, al contarnos la historia de una niña que es poseída por un demonio y salvada por unos valientes sacerdotes .
Blatty, un ferviente católico, buscó por medio de sus letras recuperar la fe que él consideraba se había perdido en la sociedad estadounidense en ese entonces. Es por eso que la cinta El exorcista es quizá la mejor obra de terror de todos los tiempos, pero también uno de los filmes más religiosos que existen.
Esta ambigüedad, en uno de los largometrajes más icónicos de la historia del terror, es la esencia del argumento de la película La primera profecía (The First Omen), ópera prima de la directora Arkasha Stevenson. Filme que es una precuela a otro clásico del terror de los años 70, The omen (1976) del talentoso director Richard Donner.
The omen narra la llegada del anticristo y cómo este es criado por una importante y poderosa familia estadounidense. Este largometraje entra en una serie de películas como El bebé de Rosmary (1968, de Roman Polanski) y El exorcista que impactaron al público y la crítica en los años 70, pues mostraban al Diablo, sus hijos y al satanismo fuera de estereotipos y lugares comunes (como túnicas o misas satánicas) y en su lugar configuran al Mal dentro de la cotidianidad de la sociedad de Estados Unidos.
Con eso en mente, se nota que la directora Stevenson (quien antes se dedicaba a programas de televisión) entiende el contexto de las películas antes mencionadas y no sólo las homenajea (hay varias escenas en su película que bien recuerdan a la tres cintas), sino edifica un filme con una identidad propia y demuestra que se puede hacer una gran película de terror de estudio basada en un clásico sin caer en narraciones simplistas e incoherentes como el caso de Halloween ends (2022) o El exorcista: creyente (2023) ambas dirigidas por David Gordon Green.
Los remakes, secuelas, precuelas y demás cosas que invente la industria hollywodense pueden ser un producto destacado siempre y cuando esté en las manos correctas. En el caso de La primera profecía así fue, y el resultado es una gran carta de presentación de Arkasha Stevenson.
Pues la directora muestra una historia donde se enfoca en el cuerpo femenino y en sus repercusiones cuando este quiere ser controlado por personas externas, para así darle respuesta a una de las grandes interrogantes de The omen: ¿quién era la madre del anticristo?
Si bien la realizadora se toma libertades creativas que rompen el canon de la primera parte, esto se agradece ya que la historia que propone tiene subtextos por demás interesantes, como lo ya mencionado sobre el cuerpo femenino.
La primera profecía, ambientada a mediados de los años 70, nos narra la historia de Margaret (gran interpretación de Nell Tiger Free), una joven estadounidense que es enviada a Roma para tomar sus votos como monja y trabajar en un albergue infantil.
En ese lugar se encontrará con una terrible conspiración que busca provocar el nacimiento del anticristo, con el fin de la gente vuelva a tener fe (muy al estilo de lo que buscaba Blatty con su exorcista), pues la cinta tiene como contexto a una sociedad y unos disturbios estudiantiles de personas que abogan más por el ateísmo. Si algo comprende bien el filme es la importancia de su entorno.
Con una fotografía en todo momento sugerente y con mucha profundidad, la película nos adentra al mundo de las monjas y desde ahí plantea el dilema de que para que la gente crea en Dios es necesario la presencia de un Mal sin parangón.
La nueva profecía, que ya se encuentra en cines, es el claro ejemplo de que una secuela debe tener una identidad propia. En este caso, la cinta lo logra al abordar el dilema de la creación del Mal para causar miedo y conseguir seguidores, y el cuerpo femenino que es utilizado para acciones deleznables.
*Periodista y realizador. Director de CinEspacio24.
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