Crítica de Historia de honor, dirigida por J.D. Dillard. Una biopic sobre Jesse Brown, el primer piloto afroamericano del ejercito estadounidense.
Por Martín L. González*
La historia del piloto estadounidense Jesse Brown es particularmente interesante, ya que dicho soldado, oriundo de Mississippi, fue el primero aviador afroamericano en la historia en formar parte de la armada de los Estados Unidos; quien combatió en la guerra de Corea.
El cineasta J. D. Dillard presenta en su filme Historia de honor, que se estrena en cines este 1 de diciembre, una biopic sobre Jesse Brown (interpretado por Jonathan Majors), donde nos muestra su desempeño durante dicho conflicto armado y se enfoca principalmente en el racismo que sufrió durante su vida.
Así el filme presenta cómo desde que era pequeño, Jesse fue víctima de actos racistas que lo orillaron a ser una persona desconfiada. No obstante, Brown logró graduarse de la academia y conseguir un lugar dentro de la armada de los Estados Unidos. Asimismo formó un matrimonio feliz u tuvo una hija. Pero Brown debió dejar todo esto atrás una vez que iniciaron los conflictos entre Estados Unidos y Corea, ya que debía desempeñar su papel como piloto en favor de la fuerzas amadas de su país.
El asunto con Historia de honor es que la representación de la guerra en su faceta más visceral queda relegada a un segundo plano, ofreciendo en su lugar una cinta que retrata los momentos más duros que se pueden vivir lejos del campo de guerra, apoyándose en el aislamiento y la soledad como ejes narrativos.
El filme se centra principalmente en Brown y sus compañeros, particularmente el piloto Thomas J. Hudner Jr, quien sostuvo una amistad íntima con Jesse. Este personaje sirve como un catalizador de las problemáticas que rodean no sólo a Brown, sino al escuadrón completo del que son parte.
Esta dupla también juega un papel de polarización en la trama, ya que Thomas fue un aviador reconocido que vivió gran parte de su vida sometido a las reglas morales de su país para destacar con honores en su paso por la academia. Esta contrucción del personaje permite acentuar los intrascendentes y rídiculos juicios que se crean de una persona por su color de piel.
Si bien es cierto que la cinta tarda en la presentación de los personajes, una vez que eso pasa engancha al espectador con interesantes persecuciones aéreas aderezadas de explosiones y fuego cruzado. Por eso, resulta sencillo involucrarse con el filme que es capaz de llevar al público en un viaje emotivo que constantemente salta entre la emoción y la tristeza.
Todo este espectáculo de emociones está empacado en una cinta que evidentemente tiene tintes patrióticos y coloca a Estados Unidos como una nación honorable que derrama sangre únicamente cuando es «necesario».
En general el mensaje Historia de honor contra el racismo es bueno, pero es innegable que edifica una propaganda militar que se ha mantenido vigente en este tipo de cine durante décadas.
*Crítico de cine. Colaborador CinEspacio24
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