Crítica de la película Whiplash (2014), protagonizada por Miles Teller y J.K. Simmons y dirigida por Damien Chazelle. Texto realizado en nuestro taller de Crítica Cinematográfica.
Por Uri Cisneros
Whiplash, escrita y dirigida por Damien Chazelle, nos retrata la cruda y hasta inhumana faceta con la que un estudiante de música debe de lidiar para alcanzar sus sueños
Es una tesis fiel e inquietante de la obsesión, que nos narra cómo Andrew Neiman (Miles Teller) busca ser el mejor baterista de jazz, y la par su implacable maestro Terence Fletcher (J.K. Simmons) tiene la obsesión de formar al mejor músico de dicho género, a partir de métodos coercitivos nada convencionales.
Con su impecable guión, esta cinta mantiene al espectador al filo de la butaca a lo largo de sus 106 minutos, muy fáciles de digerir pero que llegan por momentos a inquietar, por sus escenas no aptas para sensibles.
La cinta se aleja de los constantes clichés de la vida mágica y glamorosa de los artistas y se apega más a la cruda realidad por medio de un bello retrato del estudiante de música que aprende a lidiar con la frustración, la ansiedad, la depresión y hasta la locura en el camino, a manera de viacrucis, para alcanzar la perfección.
Asimismo, su extraordinaria música en formato de Big Band, su fotografía dedicada a subrayar el perfeccionismo de los personajes, el juego de luz y sombra con contrastes en los colores para clarificar la parábola de los protagonistas, aunado a las impecables actuaciones, nos regalan una de las mejores películas en la filmografía del aún muy joven Damien Chazelle.
Se puede percibir en este largoemtraje una referencia al choque generacional, un fenómeno social frecuentemente encontrado en el ámbito escolar y en la relación maestro-alumno, ya que el maestro, educado y formado en otro contexto, aplica medidas y prácticas que ya son del pasado.
Esto, está históricamente bien sustentado y retratado en el contexto de la película por Chazelle, tomando en cuenta que una práctica muy común entre los músicos jóvenes de jazz de las décadas de los 40 y 50, encasillados en el estilo del BeBop en Nueva York, frecuentaban la humillación pública como rito iniciático en las tradicionales Jam Sessions, espacios en donde los músicos se batían en duelo en el escenario, demostrando sus habilidades para definir quien era mejor.
Esto se recalca en distintas ocasiones durante el filme, sobre todo cuando Fletcher cita aquel suceso en el que el baterista Phily Joe Jones lanzó un platillo al joven Charlie Parker, y el cómo ese hecho convirtió a Parker en el mejor de la historia, normalizando así, la violencia llevada a cabo en el aula.
Cuántas veces hemos escuchado a los miembros de la generación X y anteriores decir cosas como: “mi maestro nos aventaba el borrador”, “la maestra nos daba de reglazos”, “el profe nos jalaba las patillas si nos portabamos mal”. Estás declaraciones, hoy en día son impensables, y es por eso que esta película puede herir susceptibilidades, estas imágenes, sin ser nada gráficas ni excesivas, son impactantes para las generaciones actuales tan ajenas a estás prácticas en la educación, y más aún, para aquellos cuya concepción del estudio de la música es puro amor y felicidad.
Esto no es para nada arbitrario, la cinta de Chazelle pretende ser precisamente eso, una reflexión de la dura y estricta vida que lleva un estudiante de música, una crítica hacia el “echaleganismo” y la palmadita en la espalda que lleva a tantos al estancamiento en contraste con la vida cruda y severamente castigada de los que llegaron a ser los más grandes de la historia, una vez que superaron las adversidades.
Una película que podemos llamar “motivacional” sin caer en los clichés y los formatos convencionales y que interpelan al espectador, tocando los temas más sensibles de manera aguda, clara, certera y sin tapujos.
*Participante de nuestro Taller de Crítica Cinematográfica
Sé el primero en comentar en ««Whiplash», inquientante cinta sobre la obsesión»