Alfonso Zayas es un icono de un México que ya no tiene cabida.
Un humor misógino, sexista y discriminatorio que se desarrolló en una de las peores épocas de la industria del cine mexicano. En su momento de mayor esplendor ya se había dejado atrás la gloria de la Época de oro y el furor del cine de luchadores, por lo que el desierto de la creatividad fue tomado por el albur, y la fantasía de que un hombre feo y pobre seduzca a las mujeres con su personalidad y choros mareadores.
Sin embargo, podemos situar al personaje para explicar su popularidad en el género de la sexycomedia (o también conocida, de forma más imprecisa, como cine de ficheras). En el México de mayor esplendor de Alfonso Zayas, había una tremenda crisis económica.
Los problemas derivados del proyecto económico llamado “desarrollo estabilizador” habían acabado con las ilusiones (o fantasías) de un país donde solo consumiera lo que producía (el crecimiento hacia adentro le llamaban). El país quedó ahogado en deudas y problemas fiscales, por lo que se empezó a ver un rápido crecimiento de pobreza y una depauperación a nivel nacional.
José López Portillo era el presidente en aquel entonces, y dijo sus frases icónicas. En 1981: “Defenderé el peso como un perro” ante la crisis bancaria que atravesaba el país, y un año después, entre lágrimas: “México no se ha acabado, ¡no nos volverán a saquear”.
En ese momento el cine nacional se encontraba prácticamente en estado de coma, donde el auge de la televisión y la avalancha de cine gringo no tenía competencia real, ni mucho menos un crecimiento narrativo o estético.
Justamente del espíritu “televiso” surge el concepto de la sexycomedia: películas “sexplotation” pero protagonizados por mexicanos albureros y aventados.
Ahí es donde conocemos los mayores hitos de la carrera de Zayas, como El sexo me da risa en 1979, que narra tres historias sobre padrotes, cabarets y desnudismo. El filme se volvió franquicia con siete películas más de la saga.
También Los verduleros (1986), en la que Roberto (Zayas) resuelve un thriller policiaco de la mano de Juan Camaney (Luis de Alba) y de Tun Tun (José René Ruiz Martínez). Muchos de los fragmentos de sus películas los vemos actualmente en redes sociales por sus escenas chuscas, o crítica social a un gobierno monolítico del PRI que se daba golpes de pecho de día, y se iba al cabaret de noche.
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Pero su carrera siempre fue prolífica, no se reduce solo a estas películas. Su padre también era actor y productor, por lo que desde muy joven se dedicó al espectáculo (al parecer no acabó la secundaria por seguir su carrera artística). Se calcula que participó en 170 producciones, sin contar en las que no salió en créditos. Uno de sus papeles más reconocidos fue en la película de “La criada bien criada”, donde compartió créditos con María Victoria y Chabelo.
Otras de sus películas más conocidas fueron “3 lancheros muy picudos”, “El día de los albañiles” y “El vecindario”.
Debido a su estilo de vida de muchos matrimonios y tener bastantes hijos, al final de su carrera tuvo muchos problemas de deudas y siguió trabajando de forma más modesta en películas lanzadas directamente en VHS, y en el programa Sábado Gigante.
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El fenómeno de la sexycomedia en el cine mexicano se explica entonces a través de las claves de la crisis económica, el desencanto social y una sociedad que se identificó, una vez más, con el personaje guasón que salía adelante solo con su carisma y buena estrella para conquistar hermosas mujeres.
Como decía José Alfredo Jiménez: con dinero y sin dinero hago siempre lo que quiero. Y este sencillo encantamiento funcionó para que Alfonso Zayas tuviera una carrera tan prolífica, que recordamos para tratar de evitar repetir los mismos errores, aunque con las nuevas comedias de nuestro tiempo podemos darnos cuenta que todavía falta mucho por avanzar, para que este tipo de películas queden como un legado de un momento histórico difícil de nuestro país, que se reflejó en uno de los momentos más bajos del cine nacional.
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