La guionista y dramaturga Radha Blank dirige Rapera a los 40, película que ganó en el Festival de Sundance a Mejor Dirección. Un autorretrato de Blank sobre una crisis de identidad que tuvo su refugio en el rap.
Por Isaac Piña Galindo* Radha Blank, guionista y dramaturga orgullosamente neoyorquina, debuta en el cine con un autorretrato (mitad documental, mitad ficción), en el cual Blank desdibuja la línea entre lo real y lo figurado desde el punto de vista de su protagonista, ella misma. Con la puesta en cámara, la autora encuentra el modo de abordar lo personal y lo social de forma armónica. El tono sincero, además de desenfadado y hasta romántico de la dirección de Blank, proviene de la fotografía, en específico de la decisión estética de grabar en blanco y negro. Podría interpretarse que la directora se sirve de la fotografía en blanco y negro para fundir estilo y sentimiento por un medio puramente visual, con el fin de enfocarse en un solo recurso para marcar el ritmo narrativo, más allá de la música y los diálogos. El blanco y negro denota el aura de patetismo que rodea a Blank en su diminuto departamento en Harlem, un piso que hace las veces de prisión emocional por las fotos, adornos y premios que evocan tanto la rabia de una juventud malgastada como la tristeza por el fallecimiento de su madre. Por otra parte, el ojo documental de Blank que retrata la Nueva York de clase media y baja se presenta como un descanso de la agitada vida interior de la artista. En las tomas del metro, de la calle y de los distintos departamentos, la cámara logra contrastar los mordaces diálogos de Blank con una mirada cariñosa a los rincones de la ciudad, una Nueva York diferente a la urbe icónica de los melodramas y las comedias románticas hollywoodenses, pero que no por ello deja de resultar cautivante. Nueva York complementa la psicología emocional de Blank además de actuar como una declaración de principios. Tal retrato funciona para subrayar el tajante rechazo de las historias que explotan problemas sociales comunes de barrios como el de Harlem: violencia entre pandillas, drogas, gentrificación y racismo. Radha Blank construye una variante de docuficción visceral pero afectuosa, con la cual analiza la creación artística y cómo el quehacer del artista es afectado por la política y la sociedad. De forma simultánea, Blank pulveriza la cultura de la “prostitución” del arte a manos de benefactores hipócritas, un grupo reducido, pero con mucho poder, cuya moneda de cambio es el favor (sexual, social o económico) y que manipula la corrección política como si fuera una moda, con el fin de imponer su idea, muchas veces moraloide, del “buen arte”. El camino de Blank es el del autodescubrimiento, un paseo agridulce y por momentos cómico donde la autora logra reconstruirse a punta de raps y comentarios irónicos sobre la sociedad, con tiempo inclusive para reencontrar el romance. La película quizás no hable exclusivamente sobre rap, pero Blank, también conocida como RadhaMUSPrime, toma la honestidad de dicho género musical para hacer las veces de juglar y tener la libertad de reflexionar sobre su familia y amigos, sobre su amada, multicultural y compleja Nueva York, sobre pintura, teatro, música y cine, y, encima de todo, sobre lo que significa mantener la curiosidad e integridad artística a los 40 años, en un presente convulso y voraz.
*Cineasta, analista y colaborador de CinEspacio24 Noticias
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