En este análisis, la autora, Zuri Grace Bretón, revisa cómo la película Mad Max: Fury Road, protagonizada por Charlize Theron y dirigida por George Miller, logra un mensaje de empoderamiento femenino ejecutado de manera orgánica y congruente.
El pasado 13 de octubre se confirmó el título y elenco de la muy esperada precuela de Mad Max: Fury Road, Furiosa. Aún se desconoce la fecha de estreno, sin embargo sabemos que será estelarizada por Anya Taylor-Joy y escrita, producida y dirigida por George Miller, quien se autocolocó la vara bastante alta después de la obra maestra del cine distópico de acción que nos entregó en 2015.
Taylor-Joy tiene ya experiencia trabajando con autores visionarios, la vimos en el papel protagónico de The Witch de Robert Eggers o en Split de M. Night Shyamalan, pero este spin off es por mucho su papel más grande hasta el momento, pues tiene la muy difícil tarea de continuar el camino de la fabulosa Charlize Theron e interpretar a una joven Furiosa, uno de los personajes femeninos con mayor fuerza en la historia reciente del cine.
Y es que si la ‘Imperator Furiosa’ se robó la película que llevaba el nombre de su co-protagonista, Mad Max (Tom Hardy), ¿qué podemos esperar de la cinta que será homónima de esta heroína?
Por lo menos una cosa es clara, seguramente en esta entrega se reforzará el poderoso discurso feminista que nos mostró su antecesora hace cinco años. Y es que rara vez hemos visto en Hollywood un mensaje de empoderamiento femenino ejecutado de manera tan orgánica y congruente. Ese es precisamente el gran mérito de Miller al traer de vuelta la franquicia de Mad Max: tomar un universo post-apocalíptico y convertirlo en la utopía feminista.
Porque eso es Fury Road, por supuesto que ese núcleo está envuelto en capas de una vistosísima estética punk, secuencias de acción impresionantes, autos monstruosos y guitarras estridentes que todos disfrutamos muchísimo, pues es una combinación que resulta en un espectáculo brutal. Aunque en el fondo son todos ornamentos para aderezar una historia con fuerte crítica social de un grupo de mujeres que se rebela contra un sistema opresor impuesto por el patriarcado mismo hecho persona: el decrépito Inmortan Joe (Hugh Keays-Byrne).
George Miller ha dicho que no buscaba revivir la trilogía original más de 30 años después, sino hacer un ejercicio de reimaginación. Si bien, rescata de ellas varios elementos, como la premisa de una guerra por los recursos (agua y combustible), el estilo dieselpunk y la mierda como núcleo de una sociedad distópica abismalmente desigual, al compararlas, es evidente que la versión de 2015 es superior en cualquier sentido a las películas protagonizadas por Mel Gibson, ya que más que desarrollar algo basado en estos planteamientos, abre su propio camino y los usa solamente como contexto para construir una historia de mayor profundidad con nuevos y complejos personajes.
En Fury Road, tenemos escenarios visuales alucinantes, un frenético montaje y un refinado lenguaje cinematográfico que va de la mano con la sublime fotografía de John Seale en tonos naranjas para el día y azules para la noche, pero sobre todo, un tópico de fondo verdaderamente disruptivo y poderoso: la liberación de las mujeres y el derrumbe de un sistema patriarcal.
Pues si bien, es cierto que en últimos años se ha avanzado en temas de brecha de género y diversidad en la industria cinematográfica, al punto de que muchos se dicen cansados de la “corrección política”, este tipo de temáticas siguen siendo más que necesarias.
Basta decir que Mad Max fue una de las pocas películas comerciales de su año que pasaba el famoso y polémico Test de Bechdel con el que se evalúa la representación femenina en las producciones audiovisuales.
Los criterios para aprobar este test son bastante sencillos: ¿hay al menos dos personajes femeninos con nombre en la cinta?, ¿tienen una conversación entre ellas sobre algo que no sea un hombre? Pues bien, a pesar de lo básicas y hasta burdas que resultan estas preguntas, apenas y la mitad de los filmes que han sido nominados al Oscar a lo largo de la historia consiguen superar la prueba.
Según un reciente informe de la Iniciativa Annenberg por la Inclusión, tan sólo 33% de los personajes con diálogos en las cien películas más taquilleras del 2018 fueron para mujeres.
Bajo este contexto es que, además de aplaudir lo innovadora que fue Mad Max: Fury Road en valores técnicos, se le reconoce y agradece lo refrescante de ejecutar una historia diferente y verdaderamente progresista. Porque Fury Road no sólo tiene una justa y diversa representación de mujeres (de diferentes razas y edades), va mucho más allá de eso; las coloca en el centro de la trama y las empodera.
Y para ello no recurre al típico discurso falaz hollywoodense que es cursi y en ocasiones condescendiente al estilo de Wonder Woman y muchas otras, donde la protagonista es la excepción que destaca por encima del resto de las mujeres al reunir en una sola persona todos los atributos imaginables: bondadosa, inteligente, fuerte, valiente, bella y una larga lista de etcéteras que la hacen irrealmente perfecta, y que claro, su historia está motivada por un interés romántico heteronormado, para que una vez que complete su camino del héroe pueda ocupar su puesto en el club de superhéroes y quedar bajo el mando de sus compañeros hombres.
Mad Max es lo opuesto, ahí existe un amplio abanico de imperfectas mujeres protagonistas donde cada una tiene diferentes cualidades, miedos, motivaciones y anhelos. Pero, eso sí, un mismo objetivo: la libertad. Ya sea las mujeres que se rebelan para escapar de la ciudadela o las veteranas que encuentran posteriormente en los restos de un perdido paraíso, todas representan la rebeldía, la antítesis del sistema tirano que ha impuesto Inmortan Joe. Aquí las vírgenes y madres que son usadas como criadero han despertado la conciencia y se niegan a seguir siendo propiedad privada.
Y es que este mensaje feminista no está oculto entre líneas, se hace evidente a lo largo de la cinta con diferentes conceptos claves de este movimiento:
La objetificación y el abuso ejercido por Joe sobre su harem de esposas a quienes mantiene aisladas y sometidas a violencia física y psicológica. El fanatismo religioso como herramienta de adoctrinamiento que se refleja en el ejército de ‘War Boys’ quienes han normalizado su vida de peones y desean “ser atestiguados” para dejar de formar parte de la masa anónima y obtener una identidad individual.
La deconstrucción, que vemos en Nux (Nicholas Hoult) al ser despreciado por Inmortan Joe y que con la empática guía de Capable (Riley Keough), enfrenta los dogmas y el sistema de creencias bajo el que fue criado.
La sororidad, representada en Furiosa, las cinco esposas y la comuna de mujeres a la que se unen más tarde, quienes se protegen mutuamente de manera incondicional. Los aliados, Max y Nux que precisamente así son introducidos cuando las pocas sobrevivientes del Valle reaccionan con recelo al ver hombres en el grupo; “Son de confianza, nos ayudaron a llegar aquí”, responde Furiosa para calmarlas, pues tristemente han aprendido a desconfiar del género opuesto.
Todos estos elementos se presentan de manera natural y se van entrelazando a lo largo de la trama para llegar al punto clímax, la caída de Inmortan Joe como resultado de un esfuerzo colectivo bajo el liderazgo compartido de Max y Furiosa, entre quienes por cierto, existe un equilibrio de fuerzas pocas veces encontrado en una pareja de acción.
Y quizá, lo mejor de esa relación entre los protagonistas es que está basada en el respeto, admiración mutua y la complicidad que es palpable en el último intercambio de miradas que comparten, sin caer en el aburrido cliché del romanticismo que después de todo lo descrito antes, no sólo hubiese sobrado, sino que sería hasta incongruente.
Fury Road no es la historia de cómo un renegado rescata a un grupo de mujeres y se gana el corazón de la más valiente de ellas, es la historia de un grupo rebelde que derrumba a un tirano, atravesando un camino inhóspito para encontrar la libertad. Una cinta única donde es posible pasar del absoluto y violento caos de la persecución, a la poética calma del anochecer azulado en las dunas del desierto.
*Licenciada en Comunicación, analista cinematográfica y colaboradora en CinEspacio24 Noticias
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