Ya no estoy aquí, de Fernando Frías, nos cuenta la vida de Ulises, un joven que pertenece a una pandilla en Monterrey y que le gusta bailar cumbia rebajada. Un malentendido con un cartel provoca que migre a los Estados Unidos.
Por Arturo Brum Zarco* Al ritmo de la cumbia rebajada (canciones de dicho género con un ritmo más lento), nació en los barrios de Monterrey, hace unos diez años, un movimiento contracultural de jóvenes que encontraron su identidad a partir de sus novedosos pasos de baile y su sincretismo a la hora de vestir. Esos jóvenes, como todo movimiento contracultural, eran disruptivos, contestatarios y auténticos; crearon sus propias reglas de comportamiento, vestimenta y actitud ante la vida. Como resultado de una sociedad que los marginaba y los rechazaba inventaron su propio universo, donde eran bien recibidos. A ese viaje de identidad y pertenencia nos lleva la cinta Ya no estoy aquí de Fernando Frías, ganadora en 2019 de los premios de la Audiencia y Mejor Película en el Festival de Morelia, y Mejor Largometraje y Mejor Actor (para Juan Daniel García Treviño) en el Festival Internacional de Cine de El Cairo. Una cinta que nos transporta a los barrios marginales de la ciudad de Monterrey, cuando gobernaba el ex presidente Felipe Calderón, con su fallida guerra contra el narcotráfico, que provocó un aumento en la violencia, y para los jóvenes de escasos recursos una mayor falta de oportunidades y una nula movilidad social. Es en ese contexto, el director Fernando Frías nos muestra a una pandilla que tiene como religión su música, su baile, sus peinados, su lenguaje tanto corporal y verbal; todo eso lo muestra la cinta a partir de tomas bien estructuradas y detalladas, con primerísimos planos nos enseñan sus tenis, su pelo, sus pantalones, sus estéticos y originales pasos de baile, esto a partir de una cámara estética y contemplativa que logra no juzgar ni discriminar, al contrario, busca la comprensión de dicho movimiento. Ya no estoy aquí aboga a partir de su rítmica y agradable narrativa entender la importancia del sentimiento de identificación, es decir, la necesidad de un joven por pertenecer a un grupo que lo entienda y comprenda; sobre todo en una sociedad que parece que no le interesa. El filme nos cuenta la historia de Ulises (Juan Daniel García Treviño) un joven de 17 años quien es líder de la pandilla llamada Los Terkos, una comunidad de amigos que disfrutan pasar el tiempo juntos y bailar “cumbiones locos”. Pero un malentendido con un cartel provoca que tenga que huir a los Estados Unidos; así llega a Nueva York, donde poco a poco su identidad se perderá. La cinta refuerza su objetivo contando la historia de forma no lineal, combinando la vida de Ulises en Monterrey con sus amigos e ideología, y al Ulises y su paso por una cuidad estadounidense que no lo entiende; una analogía sobre el rechazo a su forma de ser. Ese paralelismo entre las dos ciudades logra que el conflicto de la pérdida de la identidad sea un golpe casi contundente al protagonista, como si le bajaran el volumen a su música hasta el punto de casi apagarla. Asimismo, el largometraje aborda la migración forzada, una migración que provoca que tu universo se destruya, que tu ser se confunda. De forma adecuada el filme se enfoca en estos acontecimientos de una manera original y con una fotografía que siempre va a destacar la pérdida de algo. Esa cumbia rebajada y esa vestimenta transgresora se encuentra con otro problema el narcotráfico; ese desafortunado hecho que arrasa con todo, y que tiene a la juventud, sobre todo de los barrios más marginales, como su fuente de adoctrinamiento y reclutamiento. En ese sentido, el filme busca y exige que reflexionemos sobre esos jóvenes que ante la falta de apoyos y de entendimiento, su único recurso para sobrevivir es olvidar su identidad y pertenecer al crimen organizado. Destaca la naturalidad de la cinta, gracias al uso de actores no profesionales, lo que provoca que el filme se sienta auténtico y honesto, ya que el director buscó a jóvenes de Monterrey que conocieran dicho movimiento contracultural. Ya no estoy aquí se encuentra en la plataforma de Netflix. Fernando Frías no juzga, aplaude el movimiento contracultural por contestatario, por original, y crea un filme que sufre por la pérdida de esas identidades y esos pasos de bailes de cumbia. *Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias. Te invitamos a nuestro Curso Online de Apreciación Cinematográfica :
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