Continuando donde se quedó la película Terminator 2 (1991), regresan Sarah Connor (Linda Hamilton) y Arnold Schwarzenegger para protagonizar Terminator: destino oculto; una cinta que no logra el impacto de los dos primeras.
Por Martín L. González* Una franquicia puede resultar contraproducente, ya que se puede extender la mitología y destruir lo ya construido, la pregunta es ¿cuándo parar? Terminator: destino oculto está ubicada cronológicamente después de Terminator 2, la cinta sigue a Sarah Connor (Linda Hamilton), quien debe proteger a una joven híbrida, mitad humana mitad Cyborg. Una nueva Terminator de metal líquido que proviene del futuro. El director Tim Miller nos entrega una cinta que pretende retomar el camino que perdieron las películas de esta franquicia después de los éxitos de Terminator y Terminator 2 (dirigidas por James Cameron), buscando redimir a toda la saga, por lo cual retoma la fórmula clásica. Sin embargo, esto llega a resultar peligroso, ya que la influencia es tal que por momentos Terminator: destino oculto carece de personalidad. Tim Miller decide irse a la segura, por los cual no toma ningún riesgo en su ejecución de la película, intenta satisfacer al público, pero sobre todo a los fans de hueso colorado que idolatran a la saga. Tristemente el precio por recuperar la dignidad de la franquicia es una película plana y poco memorable. En teoría, la película tiene todo lo que las primeras dos entregas tuvieron excepto una cosa, la visión de James Cameron al frente de la dirección, aquel que con su mirada y su talento volvió a Terminator un producto indispensable de la cultura pop. Las intenciones de Miller son buenas, y sus ejecuciones son correctas, pero a diferencia de su trabajo en Deadpool, en esta ocasión no logró implementar esa magia que hace que una película resalte sobre el resto. Quizá las películas que existen entre Terminator 2 y Terminator: destino oculto no sean fieles a la idea original de la saga, pero al menos proponían algo. Al final de cuentas, impera que el cine es un negocio, y eso es lo que orilla a las productoras a la sobreexplotación de sus cintas. Desgastan y desgastan una idea hasta que le sacan todo el jugo, y cada vez que una saga toma un respiro solamente prolonga lo inevitable: el declive total. El largometraje en solitario podría pasar como una buena cinta, pero al encontrarse en los inmensos zapatos de las primeras dos entregas, Terminator: Destino Oculto solamente consigue tropezar con sus propias agujetas. Hay veces en las que debemos dejar ir algo por más que lo amemos, porque es mejor recordar con amor, que terminar odiándolo.
*Colaborador en CinEspacio24 Noticias.
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