Joker, dirigida por Todd Phillips y protagonizada por Joaquin Phoenix, narra la trágica vida de Arthur Fleck, que ante una sociedad que lo rechaza por sus problemas mentales, este comete actos atroces.
Por Arturo Brum Zarco* La cinta Joker, protagonizada por Joaquin Phoenix, no pertenece al subgénero de súper héroes, ya que es un filme más realista, con un mensaje crudo, una obvia crítica a la sociedad moderna y una premisa totalmente opuesta a sólo presentar el simplismo de buenos contra malos o mejor dicho villanos contra héroes encapuchados. Es por eso que el Joker del director Todd Phillips no reivindica dicho subgénero, no es parte de esos universos y sería un error considerarla como tal. Si bien se basa en un personaje de cómics (quizá el villano más popular de la editorial DC), Phillips se apropia de esa figura y mantiene cierta esencia del payaso psicótico, pero a partir de él construye una nueva narrativa, una alejada de secretos y con explicaciones sobradas, para abordar el rechazo y el poco caso que la sociedad le hace a las personas con problemas mentales y el enojo de la gente por los privilegios y diferencias entre clases sociales. Antes de que se estrenará el filme, Phillips comentó en varias entrevistas que sus influencias para realizar el Joker, eran la cintas del director Martin Scorsese, Taxi Driver y el Rey de la Comedia – la primera considerada una obra de arte y la segunda desafortunadamente infravalorada – pero lo que no dijo el director (obviamente) es que no sólo son sus influencias son su motor, ya que algunas escenas del Joker son casi unas copias (eso sí bien hechas) de las secuencias más icónicas de los dos filmes de Martín. Incluso el personaje que interpreta Joaquin Phoenix, Arthur Fleck, es tan parecido a Travis Bickle (el perturbado y solitario veterano de guerra en Taxi Driver) y a Rupert Pupkin (aquel hombre de 35 años, que imaginaba cosas, vivía con su madre y que realizó un acto deplorable para ser comediante en El Rey de la comedia), que este Joker deja un sabor de ser un personaje reciclado de las dos cintas de Martin, las cuales protagonizó magistralmente Robert de Niro. Es así que la fórmula que uso Phillips no podía fallar: utilizar al villano más conocido de la cultura de los cómics, reinventar su historia y darle unas claras motivaciones, y combinarlo con las características de los personajes de Travis y Rupert – hombres blancos, heterosexuales, solitarios y con problemas mentales – y así dar como resultado un Joker tenebroso, con un sonrisa inefable y un arco argumental que lo lleva hacia la locura. Joker narra la trágica vida de Arthur Fleck, un hombre que tiene problemas mentales, vive con una enfermedad que hace que se ría en los momentos en los que se encuentra incómodo o fuera de su zona de confort. Vive con su madre, una mujer que no se cansa de decir que el multimillonario Thomas Wayne los puede ayudar a salir de sus problemas económicos. Arthur intenta llevar una vida normal, trabaja en una empresa que ofrece espectáculos de payasos, y visita con regularidad un centro de ayuda social para personas con problemas mentales, lugar donde le dan varios medicamentos para que controle sus impulsos o pensamientos negativos. Pero cuando cierran dicho establecimiento, por recortes al presupuesto, Arthur ya no tiene cómo conseguir los medicamentos que necesita y ahí se desata el caos. De esa forma la cinta realiza una voraz crítica a la poca atención que se la da a las personas con problemas mentales. Asimismo, muestra una sociedad agresiva con el más débil, intolerante con alguien fuera de los parámetros de ser “normal”, una comunidad que vive enojada y frustrada por las desigualdades sociales. Todos estos temas que aborda la cinta los hace de una forma demasiado explicativa, no da pie a la reflexión o la metáfora visual, todo nos los aclara; incluso el momento de inflexión de Arthur, cuando la trabajadora del servicio social que visita le comenta tajantemente: “a esta sociedad personas como tú no le importan”, diálogos como estos donde nos explican de más, deja un poco afuera el poder de lo visual; a veces tanta explicación puede quitarle misterio a un filme. Sin embargo, Joker cumple con su objetivo, con sus duras críticas, con su complejo personaje y con una conclusión impactante. Por su parte Phoenix realiza un trabajo apabullante, demuestra su atención al detalle que le exige su papel, la corporalidad, la modulación de voz, su ruidosa y tétrica risa rebasan incluso a la propia película. Joker es un trabajo que no falla, pero lejos está de ser una obra maestra; no obstante sus influencias, el personaje, Joaquin, su mordaz crítica, su atractiva fotografía, hacen de la obra de Phillips una cinta seductora.
Periodista y realizador. Director de Comunicación en CinEspacio24. Colaborador en Cio Noticias.
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