El director Luc Besson regresa con Anna: el peligro tiene nombre, una cinta de acción y de agentes secretos; protagonizada por Sasha Luss, quien interpreta a una asesina despiadada.
Por Martín L. González* Alfred Hitchcock, conocido como el maestro del suspenso, decía que existe un abismo de diferencia entre el suspenso y la sorpresa. Como ejemplo decía lo siguiente: si en una escena se ve a dos personas sentadas en una mesa tomando café y repentinamente explota una bomba debajo de ellos, eso es sorpresa, pero si antes de esa escena te muestran a un sujeto que coloca dicha bomba e inicia un cronometro de cinco minutos, en ese momento se vuelve suspenso. En la cinta Anna: el peligro tiene nombre, Anna (Sasha Luss), es una hermosa chica oriunda de Moscú, la cual perdió el rumbo de su vida tras la muerte de sus padres, razón por la cual vive con su pareja que se gana la vida de una manera poco honrada. Un día es contactada por Alex Tchenkov (Luke Evans), miembro de la KGB, organización a la que Anna ha intentado entrar en reiteradas ocasiones. Alex le comenta a Anna que si se une a la KGB, trabajará tan solo cinco años y después obtendrá lo que siempre ha deseado, que es su libertad. Ella acepta y así comienza una aventura en la que se verá envuelta en más de un apuro. El director Luc Besson nos presenta una película que constantemente juega con el espectador. La cinta es como una matrushka, aquellas muñecas tradicionales rusas cuya peculiaridad es que se encuentran huecas por dentro, lo cual les permite tener una muñeca más pequeña en su interior, la cual tiene una muñeca más pequeña en su interior, y así sucesivamente, sólo que en el caso de la película nos encontramos con un plot twist -aquellos giros inesperados en la trama- dentro de otro plot twist, dentro de otro plot twist, y así sucesivamente. Esta metáfora cobra mayor fuerza ya que con cada plot twist que sucede, la película se va haciendo más intima y más pequeña. Deja de abarcar tantos personajes y situaciones para finalmente concentrarse todo en una sola situación. El montaje ayuda a mantener la sorpresa. Hitchcok mencionó alguna vez que es muy importante saber que tanto mostrar en pantalla para no perder el factor sorpresa, y eso es algo que la cinta hace muy bien. Luc Besson logra involucrar al espectador como una extensión más de la cinta para mantenerlo siempre enganchado con la historia. “El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel” es una emblemática frase de Alfred Hitchcock, y es que siempre es divertido saber cuál es el relleno que tiene el pastel. *Colaborador en CinEspacio24 Noticias.
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