Una foto antes de morir (Foto na pamyat, 2018) es una producción rusa de terror que cuenta la historia de seis amigos que viajan en coche a una cabaña rentada a las afueras de la ciudad. Luego de que a duras penas llegan al lugar, el grupo se enfrenta al misterio: una extraña cámara que predice la muerte de la persona a la que le toma una foto.
Por Isaac Piña Galindo* La película sigue la pauta básica del género de horror/ terror, específicamente del subgénero slasher. Tenemos un grupo diverso de jóvenes, un paraje abandonado, un ambiente ominoso y un “asesino”. Los elementos existen y Anton Zenkovich, fotógrafo y director, hace su trabajo lo mejor posible pues trata de aprovechar al máximo los nevados paisajes rurales para crear un ambiente tenso, pero conforme la trama avanza se hace añicos cualquier construcción de suspenso. Aunque la secuencia inicial, en la que se nos presenta al “asesino”, mantiene despierto el interés del espectador, el relato pronto se vuelve un revoltijo sin mucho sentido ni creatividad. El guionista Viktor Bondaryuk mantiene cierto grado de verosimilitud durante esos primeros diez o quince minutos, pero Bondaryuk se deja envolver por una seguidilla de burdos clichés que se hacen más notorios por la pobre calidad de los diálogos. Los noveles actores tampoco son capaces de sobrellevar ni un poco las limitantes del guión. Las torpezas de dirección, guión y actuación se acentúan durante el esperado desfile de muertes típicas del “slasher”, donde cada secuencia de supuesto “horror” es incomprensible al grado de caer en lo estúpido, dando pie a situaciones que provocan las risas burlonas del público así como la escapada de uno que otro asistente. Es bastante arriesgada la apuesta de tener como antagonista, la mayor parte de la película, un objeto que funja el rol de homicida sanguinario. Y tristemente, Una foto antes de morir demuestra las muchas maneras en que puede fallar una película que elija esa narrativa.
*Cineasta y Colaborador en CinEspacio24 Noticias
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