Rocketman es una biopic y musical novedoso y honesto sobre los problemas de alcohol y drogadicción que tuvo el cantante Elton John.
Por Arturo Brum Zarco* Con un traje rojo ajustado, unas grandes alas y un sombrero con cuernos, semejando que es el Diablo (un vestuario muy al estilo de su arte y extravagancia), Elton John (interpretado por Taron Egerton) entra a un edificio, lo hace con rudeza, decidido, pero a la vez molesto. En un cuarto un grupo de personas, que están sentadas en círculo, lo esperan. Elton se sienta junto con ellos, y después de un rato confiesa: “estoy aquí porque soy alcohólico, drogadicto y adicto a las compras y al sexo”. La encargada del lugar le pregunta: “¿por qué crees que eres así?”, y Elton comienza a contar su historia, y lo hace honestamente, sin censurarse, ni victimizarse. Y empieza con su niñez, una donde su padre no lo quería y su madre lo desatendía; pero lo atractivo viene en cómo lo cuenta, lo hace usando sus canciones y su música. Así comienza la cinta Rocketman, una biopic del popular artista Elton John. Sin embargo, es una biopic que se sale de los parámetros comunes del género, es decir, no es lineal, ya que el centro de la narración es el dicho grupo de terapia; ahí vamos a regresar constantemente y cada vez que la película nos lleve ahí, Elton se va a quitar una parte de su traje, como si metafóricamente se abriera más para contar su historia. Esto, combinándolo con el género del musical, hace que la cinta sea un retrato original. De esa forma nos muestra un producto novedoso, entretenido y, sobre todo, con una ambientación que usa la estética de Elton John: la extravagancia, la locura, el arte de lo kitsch, un vestuario llamativo y una música poderosa. El filme se centra en los problemas de alcohol y drogadicción de Elton, los cuales casi lo llevan a la muerte; por medio de su música e ingeniosas elipsis, nos van narrando desde su infancia hasta el momento que decide integrarse en un centro contra las adicciones. La cinta nos enseña cómo era un niño prodigio para tocar el piano, cómo escondió su homosexualidad; la primera vez que probó la cocaína; la fiel amistad con su letrista Bernie Taupin (Jamie Bell); su primer concierto; su primer amor, una relación tóxica con su manager Jonh Reid (Richard Maddenn); su constante depresión y su fiel y deslumbrante estilo y arte. La vida es un juego de contrastes y la película lo entiende a la perfección. El largometraje, dirigido por Dexter Fletcher, tiene al propio Elton John como productor, y esto nos haría pensar que por dejar bien su imagen callaría muchas cosas, pero no fue así, es un trabajo sincero, que muestra lo necesario para llegar al conflicto que nos quieren explicar: sus problemas de adicción. Asimismo, con la música usan imágenes metafóricas, bellas y armónicas; por ejemplo, una hermosa secuencia donde Elton toca el piano y la magia de su música hace que todos floten (la música quizá sea la mejor forma de volar a otra parte), otro punto que demuestra que no es una biopic convencional, como tampoco lo es la vida de Elton. Por su parte Taron Egerton hace un fiel retrato de Elton, respetando su figura, usando sus llamativos trajes como algo natural, cantando sus canciones con un sentimiento real; gran trabajo de este actor que no se detuvo para contar las partes más crudas de su personaje. Rocketman es una biopic y un musical, y es el largometraje que Elton John se merecía.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias.
Deja un comentario
Sé el primero en comentar en ««Rocketman», la biopic que Elton John merece»