Normandía al desnudo es una película francesa que narra la crisis financiera de un pequeño pueblo de ganaderos y campesinos, que para darse a conocer deciden salir desnudos en una foto de un reconocido artista.
Por Arturo Brum Zarco* El choque entre las costumbres de una sociedad y la modernidad es en ocasiones abrupto, rudo, testarudo y necio; ejemplos hay muchos donde las comunidades, sobre todo de pequeños pueblos, no aceptan que lleguen a su localidad algo nuevo en cuanto a tecnología. Ese es el tema que aborda la cinta francesa Normandía al desnudo (Normandie nue), dirigida por Philippe Le Guay, quien nos entrega una comedia coral sobre un pueblo que se encuentra en una fuerte crisis económica, y que se encontrará ante dos caminos: seguir como siempre han estado o buscar nuevas formas de existencia. Esta dualidad se ve bien reflejada en cada una de las pequeñas y concisas historias que nos narra el largometraje; de una forma metafórica el filme es una pelea entre lo análogo y lo digital, lo moderno y las costumbres, un pueblo contra la ciudad. Normandía es un pequeño pueblo francés, donde la mayoría de sus ciudadanos son campesinos o ganaderos; ante una fuerte crisis económica que azota a su país por la subida en los precios de la leche y la carne (sus principales productos), el carismático, y también ganadero, alcalde del pueblo , Georges Balbuzard (Francois Cluzet) se dispone a salvar a su comunidad. Organiza al pueblo para que cierren la carretera y así exigir al Gobierno que los ayuden o tan siquiera les hagan caso; pero los resultados no son lo que esperaban. Sin embargo, entre los carros que se encuentran en el bloqueo de la carretera está el famoso fotógrafo estadounidense Blake Newman (Toby Jones), conocido por realizar fotos donde reúne a mucha gente desnuda (una parodia a Spencer Tunick). Blake encuentra un lugar que lo inspira y decide que su siguiente obra será en Normandia. Cuando el artista habla con el Alcalde, Georges ve en dicha propuesta la oportunidad para que su pueblo sea conocido y así escuchen sus demandas; por lo que intenta convencer a la mayoría de que acepten salir desnudos en la foto. Las buenas intenciones de Georges se encontrarán con el rechazo de la mayoría de sus vecinos, pero poco a poco ira convenciendo a cada uno. Así conocemos la historia de un joven que está vendiendo su local de fotografía por qué lo digital acabó con el negocio, pero se enamora de alguien; al carnicero que está en contra del desnudo y a su esposa que sí quiere participar; a dos campesinos que llevan toda la vida peleando por un terreno; a una pareja que vivía en la ciudad y se mudaron a Normandia para vivir, según ellos, más tranquilos, aunque el padre de familia sea alérgico al campo; al farmacéutico que es conservador y pedante, y varias historias más. Todas estas sub tramas, además de tener en común vivir en pueblo donde la mayoría tiene problemas económicos, conservan esa dualidad entre las costumbres y la modernidad, entre quedarse en lo conocido o dar la oportunidad a algo nuevo; y la metáfora está ahí, en un fotógrafo estadounidense que les pide que se desnuden para hacer arte. Con un ritmo rápido y combinando bien cada historia, Normandía al desnudo juega con un humor simplista y negro, muestra las vicisitudes de vivir en un pueblo ( bien dicen “pueblo chico, infierno grande”), pero también sus virtudes, es decir, esa dualidad de la que hablábamos es bien llevada en la cinta. Al final, la pelea entre las costumbres y la modernidad es un tema que la cinta deja que el espectador decida quién debe ganar; aunque quizá lo mejor sea llegar a un punto medio.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias y Oculus Todo el Cine.
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