Osamu (Lily Franky) es un hombre holgazán, que busca cualquier pretexto para no trabajar. Está casado con Nobuyo (Sakura Ando), una mujer que comparte con su esposo ese desdén por el trabajo y labora sin mucho esfuerzo en una lavandería. Viven con su hijo Shota (Jyo Kairi) y con la hermana de Nobuyo, Aki (Mayu Matsuoka). Los cuatro viven en una pequeña casa en Tokio, Japón, cuya dueña es al parecer la abuela de familia.

Su hogar es chico, está siempre desordenado y sucio. Para no trabajar, Osamu se dedica a robar en supermercados y tiendas cosas necesarias para vivir. Shota, un niño de nuevo años, le ayuda a realizar tales actos. A pesar de que su actividad es ilegal, ellos se divierten haciéndolo. El filme tiene un fino  humor negro. En una escena, Aki se enoja con los dos por no conseguir el shampoo que necesita para su cabello.

Cuando Osamu encuentra a una niña, llamada Yuri (Miyu Sasaki), en una situación precaria, acostada afuera de su casa y con mucha hambre decide llevársela; la familia primero se enoja y quieren regresar a Yuri a su hogar, pero descubren que los padres de ésta son violentos, por lo tanto deciden quedársela.

Así la familia crece, Yuri comienza a ser más feliz, ve a Shota como su hermano mayor y entre todos empieza una complicidad y un amor sincero por la niña. Sin embargo, la policía comienza la búsqueda de Yuri.

El filme es realista, ya que nos muestra la parte pobre de Japón. Las contradicciones de la película le dan una belleza fílmica y narrativa sin igual: la familia ve con normalidad el acto de robar pero también saben respetar y amar a sus seres queridos. Entre ellos son muy amorosos y se respetan tal como son.

Koreeda nos muestra un mundo bello, por momentos conmovedor, en otros de vergüenza, de suciedad, sabe transportar a la pantalla que en la vida no todo es blanco y negro sino con tintes grisáceos.

Al final la cinta da un giro inesperado, que sorprende, que refuerza más la ambigüedad del filme. Tiene tomas lentas, reflexivas, un guion ingenioso y una poesía visual bien delineada.

Con Shoplifters el director trata de responder ¿qué es un padre o madre?, y no lo responde, deja que nosotros como espectadores saquemos nuestras propias conclusiones.