Por Iván Quecha Reyna / @zentifico
Actualmente, las opiniones críticas sobre asuntos públicos en internet tienden a ser estridentes, a buscar hacer pulla para destacar, a ser las más polémicas, porque además de ser una «vanguardia de libertad de expresión», también dejan mucho dinero en clics.
Sin embargo, esto a la vez ha debilitado el debate público, pues ahora tenemos el crecimiento del tribalismo ideológico, cada día menos tolerante a opiniones contrarias, y más movimientos políticos que ven en la censura un medio legítimo para sus fines.
Y es aquí donde aparece Yalitza Aparicio, una actriz que por sus rasgos y lo rápido que ha escalado en el star system de Hollywood ha desatado dos olas de comunicación que básicamente se dedican a explicar la vida de la mujer: por una parte, una parte con ideas podridas que la discrimina permanentemente, pues les molesta verla posando como un icono de belleza, pues consideran que no es bella ni de cerca.
Y, por otra parte, tenemos a otro grupo, tratando de colar ideas un poco más pensadas, donde señalan que es una hipocresía festejar el triunfo de Aparicio, pues vivimos en un mundo que la mantiene oprimida, por ser mujer e indígena.
Para los primeros, habrá que denunciar continuamente su racismo, pues hemos visto cambios positivos en la sociedad cuando se le da la atención y educación a los diferentes miembros de una sociedad para que sean más tolerantes e incluyentes.
A los segundos, habrá que combatirlos por igual, pues su afán crítico los lleva a pasarse por alto ideas que pueden ser perfectamente razonables, como por ejemplo, que Yalitza no es una víctima, ni está siendo usada; es más, ella misma ha decidido ir por el camino que ha querido pues afortunadamente tuvo el contexto adecuado para saltar a la fama, tanto por su talento como por los cambios sociales en los que estamos viviendo.
Es decir, el llamado es doble, a mantener una opinión crítica orientada a combatir continuamente el racismo, y en general, la discriminación contra los seres humanos por sus condiciones físicas, y a la par, debatir las ideas estrafalarias donde se victimiza a minorías o personas vulnerables, aun cuando ellas mismas señalen que están contentas en su entorno, como pasa con Yalitza, triunfadora por Roma. Es decir, qué bueno que destaque, ojalá que pase más seguido, y ojalá que pronto llegue fuerte un movimiento de mesura en las opiniones en las redes sociales.
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