Cara de Ángel (Gueule d’ange) es una cinta que conforma parte del Tour de Cine Francés de este año. Protagonizada por Marion Cotillard, es la historia de una madre alcohólica que abandona a su pequeña hija de 11 años, para irse con alguien que conoció en un bar.
Por Arturo Brum Zarco* Marléne (Marion Cotillard) llega a su departamento en estado de ebriedad. Se acuesta en la cama de su hija de 11 años, Elli (Ayline Aksoy-Etaix). La pide a su pequeña niña que le cante una canción para que pueda dormir; Elli abraza a su madre y comienza a cantar. Esa es la esencia de la cinta Cara de Ángel (Gueule d’ange) , parte de la selección del Tour de Cine Francés de este 2018 (que se lleva a cabo de septiembre a octubre). Una película que narra los problemas de alcoholismo de una madre y cómo ésta en un terrible acto de egoísmo abandona a su hija por un tiempo para irse con un tipo que conoció en un bar. La cinta es el primer largometraje de la francesa Vanessa Filho, quien según sus palabras su objetivo era mostrar: “…una necesidad visceral de relatar la falta de amor, el sentimiento de inseguridad y la dependencia afectiva”. Sin embargo, se queda un poco lejos de llegar a esos sentimientos. Cara de Ángel es como llama de cariño Marléne a su hija; sobre todo cuando está en un estado deplorable de ebriedad. La cinta comienza con una boda, Marléne se va a casar, parece ser que ya es su cuarto matrimonio, en la fiesta, por su puesto, bebe en demasía. Su esposo da un discurso y comenta que es el hombre más feliz del mundo, y es cuando todo se sale de control, ya que Marléne en plena fiesta se va a la cocina del lugar y se acuesta con alguien más, acto que es visto por su hija y su nueva pareja, quien obviamente la deja. Vemos a una madre que no trabaja, se la pasa bebiendo y viendo programas de televisión, sin importar que Elli tenga que comer. Un día va a un bar, e incluso en su obsesiva mente alcohólica lleva a su hija. En ese lugar conoce a un tipo, sube a Elli a un taxi y la abandona por unos cuantos meses. La protagonista en realidad es Elli (un trabajo destacado que hace la pequeña actriz Ayline Aksoy-Etaix), quien ama a su madre, la admira, quiere ser como ella y por eso comienza a beber e incluso se pone borracha. El largometraje nos mostrará de una forma irreal y poco convincente cómo sobrevive sola la niña. El filme empieza con tomas cerradas y primerísimos planos de las caras de las dos protagonistas, para reflejar un tipo de encierro en la que viven ambas. Después, cuando llega el abandono, las tomas son más abiertas como si la niña se hubiera liberado de algo terrible. Sin embargo, el guion carece de complejidad, contrastes, es demasiado plano y manipulador, ya que sólo muestra una sola capa de lo que pasa, no hay redención, algún acto que contraponga la anécdota, y se muestra con un dramatismo totalmente exagerado e inverosímil. Esto provoca que no haya ninguna identificación hacía los personajes, ni entendamos las acciones de la madre, ni siquiera suframos lo que vive la niña. A pesar de las buenas actuaciones de sus dos protagonistas y las ambiciosas intenciones de su directora, la película se queda en una telenovela brutal y exageradamente dramática por la falta de un buen arco argumental de los personajes. Sin embargo, es una opción para reflexionar sobre la maternidad, el alcoholismo, el egoísmo paternal y el abandono de los hijos.
*Periodista y realizador. Director y Editor en CinEspacio24 Noticias. Colaborador en Cio Noticias y Oculus Todo el Cine.
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