Coco es una cinta animada que cumple, lo hace al respetar las tradiciones mexicanas, con una animación hermosa, una historia conmovedora que aboga por la familia, el recuerdo y la aceptación y, por su puesto, utiliza de maravilla una de nuestras fiestas más importantes, El Día de Muertos.
Por Arturo Brum Zarco* El Día de Muertos es una bella tradición mexicana, es un sincretismo, ya que combina pensamientos prehispánicos y cristianos. De esa forma, un día al año ponemos ofrendas (con sus respectivas características) y en ellas las fotos de los seres queridos que fallecieron, para que su espíritu vuelva aunque sea una noche y conviva una vez más con su familia. Una costumbre de homenaje y recuerdo. Con esa tradición como eje narrativo llega la nueva película de Disney-Pixar, Coco, una cinta que demuestra cómo los realizadores de estas casas productoras realizan una minuciosa investigación para sus películas. Ahora le tocó el turno a México, y si bien es una cinta narrativamente Hollywoodense (obviamente), respeta El Día de Muertos y lo transporta a un filme animado, con música, colores y adornos mexicanos, que muestra la esencia de ese día cuando nos visitan los muertos. Nos cuenta la historia de Miguel, un niño inquieto, que adora a su bisabuela, Coco; y a pesar de que en su familia está prohibido escuchar o tocar música, a él le encanta usar su guitarra y tiene el sueño de ser un gran artista, como su héroe el famoso Ernesto de la Cruz. Su gran familia diseña y crea zapatos desde que su bisabuela tuvo la necesidad de convertirse en zapatera, ya que su esposo la abandonó a ella y a su hija Coco, para convertirse en un cantautor. Él nunca regresó y ella odio la música para siempre. Ese odio pasó de generación a generación, hasta que Miguel, harto de no poder hacer lo que quiere, se roba la guitarra de la tumba del gran cantante del pueblo donde vive, lo que provocará que entre al mundo de los muertos, donde su familia del pasado existe y llega a un lugar colorido y atascado de detalles e idiosincrasia mexicana (una estética bonita). Él intentará regresar con los vivos, con la ayuda de Héctor (un muerto que no tiene a nadie que lo recuerde). Dirigida por Lee Unkrich y Adrian Molina, es una historia conmovedora, entiende y respeta el recuerdo hacia los muertos, la importancia de poner sus fotos en una ofrenda; y en ese sentido el filme cumple y hace un agradable homenaje al Día de Muertos. Comprende que el recuerdo es vida. Para ello utiliza referencias de artistas mexicanos que son reconocidos mundialmente como Frida Kahlo, Pedro Infante, El Santo y Cantinflas. Cuenta la historia de una forma divertida y novedosa. No obstante, a mitad de la cinta la historia es predecible y abusa de los gags físicos. Fuera de esos detalles, es un largometraje bien logrado, que tiene de trasfondo el amor hacia la familia, un matriarcado fuerte y el recuerdo. Asimismo, “lucha” para que no se olvide la encantadora tradición que tenemos.
*Periodista, realizador. Director de Comunicación y Editor CinEspacio24. Colaborador en Cio Noticias.
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