Por Daniel Flores* Recuerdo aún el desastroso trabajo actoral de Sofía Coppola en El Padrino 3. Era 1990. Todavía, existía la permanencia voluntaria, cuando las películas comenzaban, lo más temprano, a las 15:00 horas. Entre semana, aquellas salas difícilmente se llenaban, por lo que el público podía ver las tres o cuatro funciones por día de un mismo filme. Incluso, había ciertos lujitos, como echarse un pestañazo, despertar y seguir viendo lo mismo sin temor a ser corrido por el personal de las instalaciones. Si acaso había suerte, en complejos como los desaparecidos «Gemelos» de Organización Ramírez (y si se conocía al gerente), se podía pasar de una sala a otra para ver diferentes cintas (sólo habían dos), sin que nadie dijera nada. Así, este autor amenizó aquella tarde noventera de marzo en los Gemelos Aragón, con la dicharachera, Un policía en el kinder, mezcla de comedia y acción, protagonizada por Arnold Schwarzenegger (no era tan malo como comediante, a diferencia de su compadre, Sylvester Stallone), y después, como dictaba la tradición, era menester ingresar a la otra sala, a ver, en esa ocasión, El Padrino 3 de Francis Ford Coppola, 16 años después de la segunda entrega, nuevamente, con Al Pacino y Diane Keaton, en los roles centrales, y el anexo de Andy García, como Vincent Mancini, el nuevo heredero del imperio mafioso de la Familia Corleone. Justo al entrar, ante mí apareció la secuencia donde Vincent trata de seducir a su prima, Mary (Sofía Coppola), hija del Don, Michael Corleone (Pacino). Originalmente, iba a ser interpretada por Wynona Ryder, pero debido a conflictos de agenda, Coppola se decidió por colocar a su hija, Sofía, en tan importante rol. Aún con mi inexperiencia en este vasto mundo del cine, fue fácil notar una de las peores interpretaciones de todos los tiempos, llevada a cabo por la joven Sofía, quien se ganó el escarnio del público y la crítica, arruinando una cinta que había nacido con mala estrella, aunque a decir verdad, El Padrino 3, ni es tan mala como dicen, ni tan buena como la veneran. Si bien el desenlace de los Corleone fue nominada como Mejor Película para el Oscar, la carrera de Sofía Coppola parecía zozobrar. Víctima de las burlas, se sumió en una depresión, en la cual se zambulló poco a poco, olvidando su carrera como actriz. Sin embargo, nadie, en ese momento, podía imaginar que dentro de la mente de Sofía, había un sofisticado talento, evidentemente, no para actuar, sino, al igual que su famoso padre, para dirigir. Actualmente, en cartelera podemos apreciar la más reciente película de Sofía Coppola, El seductor (The beguiled), remake de la versión de 1971, estelarizada por Clint Eastwood y Geraldine Page. Sin embargo, esta flamante cinta, apreciada de buena manera en el pasado Festival de Cannes es un deleite visual, artístico, profundo, femenino y feminista, encabezado por tres diosas hollywoodenses: Nicole Kidman, Kirsten Dunst y Elle Fanning, acompañadas, claro, del supuesto seductor, Colin Farrell. La historia se desarrolla en el Sur norteamericano en plena Guerra Civil, cerca de Virginia, donde un bosque y una casona, servirán para narrar esta delicada y sutil historia, en la que Coppola despliega todo su talento como directora, conduciendo una compleja telaraña de obsesiones y deseos reprimidos, encarnados en tres mujeres y cuatro niñas, que por circunstancias del destino, rescatan, curan y alojan a un soldado del Norte, sin saber las emociones que desatará este individuo. Conteniendo a sus intérpretes, Coppola exprime al máximo el talento de Kidman, quien se devora a Farrell con sólo un gesto o una mirada. Igualmente, a una actriz de escasos recursos histriónicos como Dunst, Sofía la convence de actuar, de dejarse llevar por el rol de mujer frustrada sexualmente. De hecho, para quien esto escribe, es la segunda vez que ve a la hermosa Kirsten actuando. La pasada fue en Melancolía, dirigida por un monstruo de nombre Lars Von Trier. Ni que decir de Fanning, quien se muestra espléndida, como una seductora, capaz de, a su joven edad, «cazar al cazador». En esta agobiante lucha de poderes femeninos, el cabo McBurney (Farrell), tratará de aplicar el conocido refrán, «a río revuelto, ganancia de pescadores», intentando sacar partido de su situación. Sin embargo, conforme la historia avanza, estas mujeres emprenderán una batalla, no de fuerza ni de género, sino de inteligencia y sagacidad, en pos del bien mayor. Sin cortapisas, en El seductor, la maestra Sofía plasma su sello, deja que sus imágenes sean sublimes, equilibradas, sin caer en la pastosidad, a la par que nos cuenta una historia poderosa, repleta de fascinantes detalles y de un toque genial, que le valen su lugar en la grandiosidad del Séptimo Arte.
*Periodista y Realizador. Director de Cio Noticias.
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