Aunque hoy en día continúa la polémica sobre si el ser humano alunizó hace 51 años o si se trató de una elaborada mentira, el cine continúa explorando ambas vertientes, con filmes como First Man (Damien Chazelle, 2018), una historia un tanto patriotera que no duda en aludir el mensaje de Donald Trump, “hagamos América grande otra vez»; u Operación Avalancha, un falso documental de 2016, dirigido por Matt Johnson, que plantea una teoría nada descabellada en torno a cómo se pudo fingir semejante hazaña.
Por Daniel Flores* Operación Avalancha es por demás interesante, grabada en primera persona, en torno a un grupo de jóvenes agentes de la CIA que se hace pasar por un crew de documentalistas ante la NASA, planeando por vez primera la posibilidad de crear un material fílmico en caso de que la misión del “Apollo 11” fallara y así los Estados Unidos no tuvieran un embarazoso desenlace espacial. Luego de recibir luz verde por parte de la CIA, los realizadores-agentes se enfrentan a duras tareas, desde buscar rocas que pudieran parecer lunares hasta el tipo de movimientos que los supuestos astronautas realizarían en una atmósfera sin gravedad. El producto es genial, salvo por la impetuosa participación de Matt Johnson, director, guionista, productor y actor, quien en este último rubro es digno merecedor del anti-premio “Razzie”. La película toca una de las aristas más explotadas de los amantes de las teorías de la conspiración: la participación del realizador, Stanley Kubrick, en el rodaje del supuesto alunizaje, en gran medida, a la maestría que poseía para manejar la iluminación, sobre todo natural, logrando refinamiento en sus tomas, así que, quién mejor que el creador de Odisea 2001 (1968, justo un año antes de que el mundo quedara azorado por la hazaña de Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin), para producir la máxima intriga. De este rumor se desprende también el del trato que hizo Kubrick con el gobierno norteamericano, al que accedió ayudar a cambio de que le crearán un lente especial para su anhelado proyecto, Barry Lyndon (1975), una historia de época para la que pretendía (y lo hizo) grabar sólo con luz natural. Por si fuera poco, Kubrick tuvo cercanía con el autor de Odisea 2001, Arthur C. Clarke, quien tuvo facilidades por parte de la NASA para su labor de investigación de cara a sus novelas científicas. En “2001” y “2010”, Clarke destacó un futuro con tecnología que apenas se desarrollaba a finales de los sesenta, incluido un sistema de comunicación tipo Skype o las inteligencias artificiales. Incluso, pronóstico que tarde o temprano, la humanidad encontraría pruebas de vida en Marte y en “Europa”, una luna de Júpiter, ambos casos ya anunciados como “altamente probables” por científicos. En el mismo tono suspicaz, aunque no relacionada con el alunizaje, destaca Wag the dog (Barry Levinson, 1998), en la que Robert de Niro y Dustin Hoffman interpretan a dos misteriosos personajes, el primero, un enviado del Presidente de los Estados Unidos, el segundo, un mediocre productor de Hollywood, que tendrán como misión crear una supuesta invasión americana a un malvado régimen de un país europeo, todo en aras de lanzar una cortina de humo que distraiga al público de los escándalos sexuales del Primer Mandatario. Rumbo al final de la historia, “Stanley” (Hoffman) entra en una crisis, ya que el acuerdo de confidencialidad que firmó para producir el engaño le impide decir la verdad. Así, su orgullo lo obliga a amenazar a los involucrados de contar todo, de lo contrario, nadie sabrá jamás que él estuvo detrás de tan perfecto artificio. El resultado final: lo matan. Ojalá y a Kubrick nunca lo hayan asustado así. Volviendo a los rumores hollywoodenses en cuanto a la conquista de la Luna, uno de los peores filmes de la saga de “James Bond”, Los diamantes son eternos (Guy Hamilton, 1971), posee una curiosa escena en la que “007”, luego de infiltrarse en un laboratorio secreto en el desierto de Nevada, es perseguido por la instalación, llegando de pronto a una especie de ensayo en el que dos supuestos astronautas están recogiendo muestras ¿lunares?, al pie de su vehículo espacial, muy similar al que Armstrong y Aldrin utilizaron en la misión del “Apollo 11”. “Bond” roba dicho vehículo para escapar de sus perseguidores, acelerando al máximo para “romper” el escenario del montaje del alunizaje e iniciando su correría por el desierto. ¿Habrá sido humor británico dedicado a esta teoría de la conspiración? Finalmente, en un tono más de sci-fi, la única secuencia que vale la pena de todas las películas de “Transformers” de Michael Bay, se suscita al inicio de Transformers: el lado oscuro de la luna, la cual empieza con una curiosa combinación de realidad y fantasía, en la que, supuestamente, los americanos detectan un impacto en la Luna en 1961, mismo que es informado al Presidente John F. Kennedy, quien asume que los soviéticos también deben haberse percatado de la colisión, lo que desata entonces la carrera espacial por llegar primero al satélite natural de la Tierra. Así, años después, los gringos emprenden la misión del “Apollo 11”, y cuando Armstrong y Aldrin inician la caminata lunar, se suscita un corte en la transmisión de radio entre la Luna y la Tierra, instante que sí pasó en la vida real, pero en la cinta lo alargan a 21 minutos, tiempo suficiente para que los dos cosmonautas se aproximen a los restos de una inmensa nave, de la cual recolectan las muestras de la existencia de esta raza proveniente de “Cybertron”. Luego, regresan a la aventura que todos conocemos pasando desapercibidos ante los ojos del mundo. Destaca cómo incluyeron metraje auténtico de Kennedy dando su discurso “tenemos que ir a la Luna, no porque sea fácil, sino porque es difícil…”; del periodista Walter Cronkite narrando el alunizaje y del ambiente que se vivía en la NASA en aquella fecha histórica. Entre fantasía y realidad, el debate continuará por décadas, sin embargo, siguen los cuestionamientos en torno a, ¿si todo fue una falsedad, porqué la Unión Soviética guardó silencio? o ¿será que hallaron algo más revolucionario en la Luna, descubrimientos de los que nada se sabe? Quizás el cine tendrá una respuesta, ¿o ya nos la han presentado y ni nos hemos percatado?
*Periodista. Colaborador en CinEspacio24, Director de Cio Noticias, Crítico de Cine, Columnista en el Heraldo de México Toluca
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