La oveja negra del Cine de Oro mexicano: «El esqueleto de la señora Morales» – CinEspacio24

La oveja negra del Cine de Oro mexicano: «El esqueleto de la señora Morales»

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El esqueleto de la señora Morales (1960), dirigida por Rogelio A. González, es una película mexicana que a través del humor negro hace una crítica audaz a la doble moral religiosa de la sociedad mexicana.

 

Por Zuri Grace Bretón *

@ZurigraceB

México es un país culturalmente pícaro y “sin vergüenza”, está en nuestra naturaleza reírnos en situaciones poco adecuadas. El más grande ejemplo es la festividad que dedicamos a la muerte; representamos a nuestros seres queridos como calaveras sonrientes y nos burlamos de algo que generalmente es considerado tabú o un asunto serio y lo ridiculizamos personificándolo en una señora a la que llamamos “huesuda” o “la pelona”, para de esa forma arrebatarle el temor que podría inspirarnos su inminente llegada.

Si trasladamos este concepto de “reírnos de los tabús y temas de seriedad” a términos cinematográficos, estamos claramente hablando de comedia negra. Un género que aborda de manera humorística, pero ácida cuestiones que bajo un contexto normal causarían horror o tristeza, como lo es la muerte.

Uno de los ejemplos más famosos de este tipo de comedia en la cultura pop lo encontramos en el cine de Quentin Tarantino. Recordemos brevemente la secuencia de la famosísima Pulp Fiction, en la que Vincent Vega (John Travolta) discute con Jules (Samuel L. Jackson) mientras él conduce y en cierto punto voltea al asiento trasero para pedirle su opinión a Marvin y por accidente le dispara en la cara, dispersando sus sesos por todo el automóvil. Tan sólo al describir la escena suena dramático y cruel (sumado al gore de este director), pero cualquiera que haya visto la película deberá admitir que es casi imposible contener la risa durante esta escena.

John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction

¿Cómo es posible que el cine logre que nos burlemos de un asesinato?, precisamente eso es lo fascinante y a la vez complejo de la comedia negra, que de manera brillante logra que el espectador se desprenda de sus instintos emocionales y alude directamente al frío intelecto, montando escenarios de manera tan ingeniosa que nos arrebata la risa. Adormecemos la moral momentáneamente para dejarnos llevar por la trama.

Y aquí es donde se nos presenta una paradoja; la relación entre el cine mexicano y la comedia negra. Si es tan común para nosotros la falta de seriedad ante temas ominosos, se podría decir que tenemos una inclinación natural hacia este género; entonces ¿por qué los ejemplos de este tipo de cine en nuestro país (y Latinoamérica en general) son tan escasos?

Precisamente por lo anterior; somos un país predominantemente católico, moralista y persignado, por lo que seguramente la comedia negra que aborda tabúes de manera tan frontal, indignaría a muchos, incluso en nuestros días, así que incursionar en dicho género representa un gran riesgo que casi nadie ha querido tomar. Aunque, siendo honestos, más que intachable, la ética mexicana se podría calificar como “doble moral”. Nos molestan ciertas cosas, pero cuando resulta cómodo o conveniente, fácilmente se pasan por alto.

Con esta reflexión en mente, la recomendación de hoy nos queda como anillo al dedo. La extraordinaria El esqueleto de la señora Morales, dirigida por Rogelio A. González a finales de la Época de Oro del cine mexicano. Una película que a través del humor negro hace una crítica audaz a la doble moral religiosa de la sociedad mexicana.

Arturo de Córdova en El esqueleto de la señora Morales

Si bien, se trata de una adaptación, tiene todo el mérito de separarse de la historia original y hacer sus propias propuestas de fondo y forma. El maravilloso guion de Luis Alcoriza (uno de los escritores predilectos de Luis Buñuel), toma un cuento europeo de principios del siglo XX, del galés Arthur Machen y lo traduce de manera sumamente orgánica al México conservador de los años sesenta, con todo el folklor e idiosincrasia propia de nuestro país.

Esta cinta nos cuenta la historia de Pablo Morales (Arturo de Córdova), un alegre y carismático taxidermista que tras veinte años de un matrimonio infernal, decide terminar con la vida de su fanática, amargada y cruel esposa, Gloria (Amparo Rivelles).

Las actuaciones son maravillosas, en el tono adecuado que los personajes requieren y que desde la introducción de cada uno en las primeras imágenes develan sus muchas capas y personalidades diametralmente opuestas. Con estas interpretaciones la película se diferencia de la norma de su periodo, más allá del inusual género, pues hace una crítica directa y textual al entonces abusado estilo grandilocuente y telenovelesco.

Arturo de Córdova y Amparo Rivelles

González opta mejor por una construcción minuciosa de las situaciones y de los complejos personajes, que aunque representan arquetipos, (sobre todo en el caso de Gloria, la mujer abnegada y la hipocresía religiosa), son también tridimensionales y tienen una ambigüedad moral prácticamente inexistente en el cine de la época. Mismo que se caracterizaba por abordar historias dramáticas o cursis romances que servían para idealizar y dotar de nobleza a la figura del pobre, (Pepe El Toro, Nosotros los pobres, Cantinflas, etc).

Aquí no se recurre a la teatralidad para darle credibilidad a la situación, sino que a través de un lenguaje visual bastante cuidado y minucioso el director demuestra intencionalidad y desarrolla un subtexto de fuerte denuncia social, vigente hasta nuestros días. Este lenguaje visual se apoya de la vanguardista fotografía de Víctor Herrera, construida a partir de claroscuros, ángulos estratégicos, primeros planos y movimientos que le otorgan un ritmo dinámico y narrativa idónea para la historia.

El diseño de arte es igual de notable por la forma en que los sets se convierten en una extensión del personaje que los habita y con los decorados nos hablan de su vida y personalidad, prestándose en varios cuadros a un simbolismo que deleitará al espectador atento.

De manera general se puede decir que El esqueleto de la señora Morales tiene una mezcla perfectamente balanceada de sus elementos que la convierten en una experiencia única, con una historia ingeniosa que atrapa desde el primer instante y se da el lujo de reservar hasta sus últimos minutos algunos giros de tuerca brillantes que verdaderamente mantienen al público al borde del asiento. Y aunque el tema tratado es bastante delicado, se vuelve evidente que la película no pretende hacer apología del feminicidio o justificar el acto, sino que va más allá y sirve de excusa para escarbar en la psique colectiva mexicana.

Y es que a la distancia sería fácil dar por sentados varios de sus atributos, pero teniendo en cuenta el contexto histórico, estos cobran un sentido y valor mayor. Basta decir que fue estrenada el mismo año que Psycho, del amo del suspenso, Alfred Hitchcock, y si bien, son géneros distintos, existen claros paralelismos, en los que este clásico mexicano se encuentra a la altura, sin verse opacada por la obra maestra de terror.

Aunque la película es considerada por los críticos como uno de los mejores filmes mexicanos de todos los tiempos, lamentablemente se trata de una joya escondida para las nuevas generaciones, que muchas veces rehuimos al cine de nuestros abuelos, ya que fuera de algunas excepciones, la mayoría siguen el mismo patrón de nostalgia y dramas abordados desde un discurso ya expirado, que resultan poco atractivas para el público joven.

Esta cinta, moderna para su época, ha envejecido sus 60 años de manera espectacular y con suerte será la puerta para que muchos nos quitemos los prejuicios y usemos este encierro como el pretexto perfecto para explorar los anales del cine de oro nacional y tal vez descubrir otros tesoros escondidos que no encajen con lo que asumimos que veremos en cuanto inician los largos créditos de apertura con su característica caligrafía y música viejita.

 

*Licenciada en Comunicación, analista cinematográfica y colaboradora en CinEspacio24 Noticias

 

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