El found footage o metraje encontrado es una técnica narrativa que con el tiempo se convirtió en un subgénero cinematográfico y que logró popularizarse gracias al cine de terror.
Se caracteriza por dar la sensación de que la película se grabó con cámara en mano de manera amateur, con tomas subjetivas.
La principal intención de esta técnica consiste en tratar de dotar de realismo a las historias, por lo que suelen ser grabadas por los mismos actores, lo cual nos brinda una actuación más natural que suele venir acompañada de diálogos espontáneos.
Lo que permitió que el found footage o metraje encontrado lograra popularizarse dentro del cine de terror, fue la facilidad que tenía para hacer creer al espectador que lo que se ve en pantalla es un hecho real.
Los orígenes de esta técnica se remontan a las películas experimentales y vanguardistas, donde el director Ruggero Deodato estrenó la cinta Holocausto caníbal en 1980, considerada como la primera película en utilizar este recurso narrativo; pero fue hasta la llegada de El proyecto de la bruja de Blair (Eduardo Sánchez y Daniel Myrick, 1999), con la que se popularizó y se le relacionó directamente al género de terror.
El proyecto de la bruja de Blair
Posterior a eso, llegaron otras cintas que terminaron por convertirse en franquicias como la saga de REC, la saga de Actividad paranormal o la saga de VHS, las cuales permitieron que el found footage viviera un gran auge, ya que resultaban ser películas sencillas de rodar, baratas y muy rentables.
Otras cintas como Proyecto X (Nima Nourizadeh, 2012) ofrece un giro a esta técnica, dándole un enfoque más cómico.
REC
El found footage o metraje encontrado ha logrado mantenerse vigente, ya que tras su momento cumbre en la industria cinematográfica, se ha mantenido en el medio aunque con menor impacto, pues cintas como Phoenix Forgotten (Justin Barber, 2017) o la cinta surcoreana Gonjiam: Hospital maldito (Jeong Beom-sik, 2018), le brindaron una bocanada de aire fresco al subgénero.
En resumen, el found footage nos permite disfrutar cintas sencillas, que con un bajo presupuesto nos ofrece películas agradables, y sin un mayor trasfondo lograban su cometido: entretener y espantar con un producto sencillo que resulta increíblemente rentable.
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