El cine de Denis Villeneuve: ¿Es posible un Blockbuster de autor? – CinEspacio24

El cine de Denis Villeneuve: ¿Es posible un Blockbuster de autor?

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Denis Villeneuve ha demostrado gran versatilidad, incursionado en diversos géneros. Sin embargo, en últimos años se inclina cada vez más por la ciencia ficción, sin dejar de retratar sus historias con ese enfoque tan introspectivo que lo caracteriza.

 

 

Ryan Gosling, Harrison Ford y Denis Villeneuve en en la cinta Blade Runner 2049

 

Por Zuri Grace Bretón *

@ZurigraceB

Hace unas semanas se publicó el tráiler de Dune, una de las superproducciones del año, que como muchas otras, lamentablemente ha visto retrasado su estreno debido a la epidemia mundial que atravesamos. Sin embargo, el adelanto de tan sólo tres minutos fue suficiente para sacudir al mundo del cine y generar una alta expectativa.

Pues no sólo se trata de una más de las múltiples películas basadas en obras literarias, sino que Dune, la novela de ciencia ficción de 1965, tiene por sí misma una larga historia de coqueteos con el séptimo arte y su adaptación a la pantalla grande ha sido mitificada a lo largo de los años.

La primera vez que se intentó filmar fue en los 70 de la mano del excéntrico director chileno, Alejandro Jodorowsky. Este vanguardista proyecto es considerado hasta nuestros días como uno de los más ambiciosos y la película no realizada más influyente de la historia.

Alejandro Jodorowsky

El director planteaba una cinta de 10 o 12 horas estelarizada por algunas de las figuras más relevantes de entonces, como Orson Welles, Mick Jagger y el mismísimo Salvador Dalí, quien a su vez perseguía la ambición de ser el actor mejor pagado del momento, por lo que cobraría la insólita cantidad de cien mil dólares por minuto. Adicionalmente, la banda sonora sería compuesta por Pink Floyd.

Por supuesto, el tamaño de producción que soñaba Jodorowsky era inimaginable en su época y fue imposible conseguir el financiamiento necesario, por lo que jamás pasó a la fase de rodaje. No obstante, el equipo de preproducción que reunió el chileno y los conceptos estéticos ahí desarrollados se consideran piedra angular para moldear el género fantástico y de ciencia ficción que hoy tenemos, pues fue inspiración directa para películas tan trascendentales como Alien de 1979, Indiana Jones: en busca del arca perdida y nada menos que la saga de Star Wars.

Años después, David Lynch (igual o incluso más excéntrico) hizo su propio intento de adaptar la obra. Lamentablemente, Dune de 1984 es una de las peores manchas en la filmografía de este director, ya que existe un amplio consenso sobre sus muchas deficiencias.

Dune de David Lynch

Por ello es que hasta ahora se pensaba que era imposible llevar con éxito esta novela al cine. Quizá sólo era cuestión de que llegase la tecnología necesaria para una historia tan exigente en efectos especiales. Aunque, más importante aún sería encontrar la visión adecuada para trasladar el mundo de Frank Herbert al terreno visual y romper con el mito. ¿Será que Denis Villeneuve pase la prueba?

Basados en su historial, no sorprendería en absoluto que incluso supere las expectativas. A lo largo de su trayectoria, Villeneuve ha demostrado gran versatilidad, incursionado en diversos géneros, desde dramas amorosos hasta thriller de acción. Sin embargo, en últimos años se inclina cada vez más por la ciencia ficción, sin dejar de retratar sus historias con ese enfoque tan introspectivo que lo caracteriza.

Precisamente ese es su encanto: el fuerte sello autoral con el que toma cualquier trama imaginable y la convierte en una cinta reflexiva e íntima a través de planos contemplativos y poéticos. Ya sea que nos cuente el enfrentamiento entre narcotraficantes y agentes del FBI en la frontera de Estados Unidos con México, como en Sicario, o el encuentro de una lingüista con una raza alienígena, como en Arrival, logra el mismo efecto; escarbar en las entrañas de sus espectadores y provocar que se cuestionen la naturaleza humana y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea.

Amy Adams en Arrival

Denis posee una manera muy particular de apropiarse de cualquier género e impregnarlo de su estilo. Equilibrando la tragedia y el caos dentro de la narrativa (elementos constantemente presentes en sus cintas), consigue que nos adentremos en la turbulenta mente de sus protagonistas, quienes generalmente lidian con crisis intrapersonales a la vez que enfrentan una fuerza externa que los rebasa, hasta llegar al punto del clímax donde ambos conflictos se entremezclan para desembocar en desenlaces con cierta ambigüedad, casi siempre nostálgicos y con notas agridulces.

Su receta se compone de un ritmo pausado en el que se toma su tiempo para navegar la psique de los personajes e ir definiendo con un nivel de detalle pocas veces encontrado, cada elemento relevante en la trama, para ello, continuamente recurre al uso del tiempo discontinuo. Aunque, quizá el rasgo más característico de su cine sea su inconfundible estética. Todas sus películas (sobre todo en su etapa más reciente), tienen una composición minuciosa de cada cuadro, con tomas sublimes que logra de la mano de fotógrafos notables, como Roger Deakins, el responsable de los planos sobrecogedores que vimos en Blade Runner 2049.

Ryan Gosling en Blade Runner 2049

Fue precisamente con dicha cinta que Hollywood le dio por primera vez su voto de confianza para una macro-producción, poniendo en sus manos la secuela de la película cyberpunk de culto de 1982, Blade Runner. Con 2049, Denis se consagró, replanteando las formas (visuales y narrativas) de la ciencia ficción contemporánea. Siguiendo un poco el camino que abrió Mad Max: Fury Road (2015), pero a la vez despegándose y llevándolo por rutas nuevas.

Tomó el cine negro, lo mezclo con la mitología futurista de Philip K. Dick, delimitada ya magistralmente por Ridley Scott, y la llevo aún a otro nivel, ampliando el mundo de los replicantes y abriendo nuevas interrogantes, desde una perspectiva moderna, sobre qué es la humanidad y la búsqueda de un propósito más allá de la individualidad.

Sin embargo, tras el estreno de esta película, se dio un fenómeno curioso. Tuvo una recaudación en salas de 252 millones de dólares, si bien, la cifra es elevada, se esperaba un éxito mucho mayor, ya que hablamos de la tercer producción más cara del 2017, con un presupuesto de 150 millones de dólares. El mismo Villeneuve confesaba sentirse contrariado, pues por un lado recibía las mejores críticas y halagos de su carrera y por otro, los números de taquilla eran decepcionantes.

Harrison Ford en Blade Runner 2049

Muchos aseguraron en su momento que esto se debía a que las formas narrativas de Villeneuve eran incompatibles con los principios del cine de masas. Hace películas muy largas, contemplativas y donde incluso en las pocas escenas de acción que hay, se prioriza un estilo elegante sobre el espectáculo visual. En ellas, mezcla un ambiente sonoro anticlimático y ángulos estratégicos, con movimientos precisos de cámara, para llevar al espectador al estado de ánimo que él busca transmitir, esto por encima de la saturación burda con cortes excesivos o efectos especiales a destajo como se suele encontrar en la mayoría de los blockbusters genéricos repletos de explosiones al estilo de Michael Bay.

Ejemplo de su particular manejo de acción es la fina pelea en un casino abandonado de Las Vegas, entre K (Ryan Gosling) y Deckard (Harrison Ford) en Blade Runner 2049. O más recientemente, los comentarios de Jason Momoa, quien, a propósito de su participación en Dune, nos adelantaba que “Nunca había visto algo tan hermoso en una escena de pelea. Generalmente, las cosas que hago no se ven tan bien.”

Y por más bello que este estilo resulte, no es a lo que la audiencia está acostumbrada, por lo que es poco usual que se den proyectos de estas dimensiones a autores como Villeneuve. No obstante, las buenas reseñas y el ferviente apoyo del público que el canadiense ha cosechado, parecen haber sido suficiente incentivo para Hollywood, pues lo mantienen hasta ahora como uno de sus favoritos, dándole carta abierta para continuar manejando presupuestos millonarios.

Qué mejor muestra del lugar predilecto que tiene actualmente en la industria, que el elenco de Dune (por sí mismo ya una fórmula de éxito), conformado por grandes figuras; Timothée Chalamet, Zendaya, Jason Momoa, Oscar Isaac, Rebecca Ferguson, Josh Brolin, Javier Bardem y Stellan Skarsgård, por mencionar algunos. Si a esto le sumamos la enorme expectativa por parte del fandom del universo de Frank Herbert, quienes desean una adaptación digna, el presupuesto millonario y las décadas de espera, suena a receta para un Blockbuster seguro, ¿no?

Sin embargo, como ya lo vimos, este director no es garantía de ello y generalmente las producciones tan comerciales no se arriesgan mucho, hace unos meses lo denunciaba de manera brillante Martin Scorsese con su crítica a las películas de superhéroes. Por lo que contratar a un director con evidentes influencias europeas y un estilo tan marcado, tras un resultado poco favorecedor en su anterior proyecto, no pareciera un riesgo en absoluto menor. ¿Estaremos ante un punto de inflexión en el cine comercial?

Zendaya en la próxima cinta Dune

Claro que este tipo de cine industrial siempre ha tenido a sus figuras destacables, directores brillantes como Stephen Spielberg o Christopher Nolan, pero ellos se cuecen aparte; son instituciones per se, con obras maestras indiscutibles. La realidad es que en su mayoría las películas más taquilleras del año se manejan a un ritmo y nivel de complejidad más amigable para las grandes masas y rara vez hay omisiones a la regla, pues se tratan de inversiones seguras para las productoras. Finalmente, hablamos de un negocio.

Incluso con Nolan lo podemos confirmar (guardando las distancias), es notorio un trabajo mucho más experimental y personal en Dunkirk, película que recaudó 526 millones, a diferencia de Inception que tuvo ganancias de 836 millones.

Sólo el tiempo dirá si la inmersión de Denis Villeneuve en el cine comercial es simplemente una feliz excepción, o por el contrario, está abriendo las puertas para que una nueva generación de autores disruptivos cambie las reglas del juego, haciendo que no sea el director quien deba adaptarse a las masas, sino lo contrario.

Timothée Chalamet y Rebecca Ferguson en Dune

Sí, suena muy utópico, mas no imposible, simplemente implica dejar de subestimar al espectador y exigirle mayor involucramiento con lo que ve en pantalla. Claro que tomará su tiempo la transición y dependeremos de la respuesta del público y lo redituables que sean estos proyectos, pero sobre todo de la paciencia y convicción de quienes mueven los hilos; los productores.

Quizá, el histórico Oscar otorgado el año pasado a Bong Joon-ho por Parasite, sea un indicador de que es posible soñar con la descentralización de la industria, y principalmente con la democratización del cine de autor, donde un blockbuster híper comercial también pueda ser sinónimo de calidad.

*Licenciada en Comunicación, analista cinematográfica y colaboradora en CinEspacio24 Noticias

 

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